Londres.- El 23 de junio de 2016 llovía a cántaros en parte del Reino Unido. Ese día se votó en referéndum sobre la salida del país de la Unión Europea, el denominado «Brexit». El resultado a favor del «Brexit» fue tan ajustado que llegó a discutirse en serio si la histórica decisión estuvo influida por la lluvia.
Los defensores de abandonar la Unión Europea (UE) ganaron con un 52 por ciento, frente al 48 por ciento de quienes querían permanecer en el bloque.
La división casi a partes iguales entre los votantes apenas cambió en los dos últimos años. Si bien los proeuropeístas ganaron cierta ventaja en las encuestas, según los expertos se debe más bien a un cambio en quienes se abstuvieron en el referéndum. Y eso que la frustración por la lenta negociación del «Brexit» va en aumento. Pero muchos culpan de ello a Bruselas.
«El comportamiento de la UE me ha hecho estar todavía más convencido que antes», explica Michael Macey, organista de 69 años, desde la sacristía de una iglesia del barrio proletario Abbey Wood, en el este de Londres. En la sala comunal de la iglesia se abrió hace dos años un local electoral para el referéndum. Macey y la mayoría de los vecinos del barrio apoyaron «Brexit», al contrario que la mayor parte de los londinenses.
Según el politólogo John Curtice, de la Universidad Strathclyde de Glasgow, la esperanza de que los votantes del «Brexit» recibiesen un escarmiento ante las dificultades de salir de la UE resultó ser falsa. Cuanto más se les intenta convencer de lo difícil que es abandonar el bloque más se reafirman en su postura original, explica.
También ocurre lo contrario. A pesar de todas las llamadas a la unidad por parte de la primera ministra británica, Theresa May, los detractores del «Brexit» mantienen su punto de vista. «Todo lo ocurrido desde la votación me ha confirmado que es un terrible error», afirma Derek Robinson, de 75 años.
Robinson es uno de los dos sacerdotes anglicanos de Abbey Wood y un ferviente europeísta. Trabaja bien con Macey, defensor del «Brexit», pero ambos reconocen que en su vida privada no tienen contacto con nadie del otro bando. «Es una situación de ‘ellos y nosotros'», explica el padre Derek. «Y no creo que vaya a cambiar».
En la iglesia y en muchas otras partes apenas se habla del «Brexit». «No hay un gran tratamiento de temas específicos del ‘Brexit’ y a los votantes no les interesa», apunta Deborah Mattinson, del centro de estudios Britain Thinks. Mucha gente ni siquiera entiende por qué el Reino Unido no está ya fuera de la UE. «Tarda demasiado», se queja Macey. «Deberíamos haber hecho una declaración y habernos marchado sin un acuerdo», opina.
Pero según los expertos, ese escenario llevaría a una situación caótica. El Parlamento está discutiendo actualmente esa cuestión y los diputados proeuropeístas no quieren permitir que el país salga de la UE sin un acuerdo. El propio Ministerio de Tesoro advirtió recientemente de que podrían producirse subidas de precios y escasez de alimentos. May tuvo que esforzarse mucho para evitar revueltas entre los diputados pro-UE de sus filas conservadoras, que quieren atarle las manos con anexos a la ley.
Según Mattinson, eso aumenta aún más la frustración. El estira y afloja en el Parlamento y las interminables negociaciones en Bruselas son precisamente el tipo de procesos políticos arduos que rechazan los defensores del «Brexit».
El Gobierno de May sigue apostando por un «Brexit duro», que implica la salida de la unión aduanera y el mercado común. La primera garantiza la libre circulación transfronteriza de bienes y para ello se requiere contar con aranceles exteriores comunes, algo que choca con la aspiración a cerrar acuerdos comerciales bilaterales con países como China, India o Estados Unidos. El mercado común permite que las personas, servicios y capital circulen libremente en la UE, lo que supone la llegada de inmigrantes y contribuir al presupuesto de la UE.
La oposición laborista, sin embargo, trabaja para conseguir un «Brexit blando» y exige seguir formando parte de la unión aduanera. Por un lado hay una decena de diputados proeuropeos. Por otro, unos 60 conservadores entusiastas del «Brexit» que amenazan sin cesar a May con una revuelta.
La primera ministra va de crisis en crisis. En ocasiones son los partidarios del «Brexit» quienes la ponen entre la espada y la pared. Otras veces lo hacen los detractores. May cede tanto como para lograr mantener su Gobierno, lo que ha llevado a una paralización de las negociaciones en Bruselas.
Todavía no se sabe si finamente habrá un «Brexit duro» o uno «blando», aunque oficialmente Reino Unido saldrá del bloque el 29 de marzo de 2019. Pero si algo está claro es que la sociedad británica seguirá estando dividida. (DPA)
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