Aunque miles de ensayos clínicos sugieren que ejercitar el cuerpo puede proteger o mejorar la salud del cerebro a medida que envejecemos, pocos estudios brindan una orientación prescriptiva práctica sobre cuánto y qué tipo de ejercicio.
Ahora, una revisión sistemática exhaustiva de 4,600 ensayos clínicos, brinda una nueva visión de la dosis óptima de ejercicio, de qué tipo y cuánto, para mantener el rendimiento cognitivo en adultos mayores sanos, así como en aquellos con deterioro cognitivo leve y demencia, según dio a conocer Excélsior en su sitio web.
El equipo descubrió que casi cualquier tipo de ejercicio, desde ejercicios aeróbicos como caminar, correr y andar en bicicleta hasta levantar pesas y ejercicios de mente y cuerpo como el yoga y el tai chi, puede contribuir a un mejor rendimiento cognitivo.
Las intervenciones que hicieron que las personas se ejercitaran durante al menos 52 horas durante un periodo de seis meses condujeron a la mayor mejora en las habilidades de pensamiento.
Además, las mejoras más estables en las capacidades de pensamiento se encontraron en la velocidad de procesamiento mental, tanto en adultos mayores sanos como en personas con deterioro cognitivo leve, según este trabajo, liderado por investigadores del Centro Berenson-Allen para Estimulación Cerebral No Invasiva en el Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC, por sus siglas en inglés), que se publica en la edición digital de ‘Neurology: Clinical Practice’.
“Aunque hay pruebas sólidas que sugieren que mantener un régimen de ejercicio regular puede mejorar la salud del cerebro, estábamos más interesados en cómo podíamos aplicar prácticamente estos hallazgos científicos a las vidas de nuestros pacientes, sus familiares e incluso a nosotros mismos”, afirmó la autora Joyce Gomes-Osman, investigadora postdoctoral en ‘Berenson-Allen Center’, y profesora asistente en la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami, Estados Unidos.
“Para otras formas de tratamientos, como los medicamentos recetados, a los pacientes se les prescribe una cantidad específica. Nuestro estudio resalta la necesidad de hacerlo específico también con el ejercicio».
“Es muy alentador que la evidencia respalde todo tipo de intervenciones de ejercicios diferentes, no solo aeróbicos, para mejorar las capacidades de pensamiento», resalta Álvaro Pascual-Leone, jefe de la División de Neurología Cognitiva y director del Centro Berenson-Allen para Estimulación Cerebral No Invasiva en el Centro Médico Beth Israel Deaconess.
“Las mejoras más estables en las capacidades de pensamiento se encontraron en la velocidad de procesamiento, tanto en adultos mayores sanos como en personas con deterioro cognitivo leve», añadió.
EJERCICIO CONSTANTE Y PROLONGADO PARA MEJORAR EL RENDIMIENTO COGNITIVO
Para llevar a cabo la revisión, Pascual-Leone, Gomes-Osman y sus colegas buscaron en la literatura médica ensayos controlados aleatorios que evaluaran el impacto de diversos regímenes de ejercicio en la cognición.
El esfuerzo inicial produjo 4,600 estudios relevantes y tras analizarlos en cuanto a la calidad y el contenido, se incluyeron en la revisión 98 ensayos que incluían más de 11,000 participantes.
Tomados en conjunto, los estudios investigaron una amplia gama de ejercicios (caminar, correr, levantar pesas, yoga, etcétera) y la duración de la investigación (desde tan solo cuatro semanas hasta un año).
Utilizando un riguroso proceso de revisión, los científicos hicieron un promedio y describieron los parámetros utilizados en los estudios, revelando las relaciones entre el tipo de ejercicio, la intensidad, la duración de la sesión, la frecuencia y el total de horas y cinco categorías de habilidades cognitivas.
Gomes-Osman señala que el tiempo semanal dedicado al ejercicio en minutos, conocido por conferir beneficios cardiovasculares y otros beneficios para la salud física, no se correlacionó con la mejora de las capacidades cognitivas.
Eso podría sugerir que las personas necesitan un ejercicio más constante durante un periodo de tiempo más largo para lograr beneficios en el rendimiento cognitivo.
“Todavía estamos aprendiendo sobre todas las formas en que el ejercicio cambia nuestro cerebro, y también somos diferentes, por lo que identificar una dosis de ejercicio ideal sigue siendo un desafío», afirma Gomes-Osman.
“Tenemos muchas más preguntas sobre la dosis de ejercicio, y vamos a diseñar más estudios para el seguimiento», concluyó. (EXCÉLSIOR)
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