HÉCTOR TREJO S.
“Todo mal”, una cinta cien por ciento palomera
Como ya es común en los filmes de Issa López –salvo “Vuelven” de 2017-, las risas y los “enredos”, van llevando al espectador de la mano, para que no se cuestione nada, ni sobre la historia, ni mucho menos sobre la calidad del largometrajes, por el contrario, tiene el gran acierto de inmiscuir a los asistentes a las salas, para que se vuelvan empáticos con alguno de los personajes que ella presenta, que justo es decirlos, están bien construidos y ese es, quizá, el gran mérito de “Todo mal” (o “Moctezuma y yo”), metraje que estrena esta semana en cartelera.
Y es que el detalle de darles una identidad universal a los personajes, es prácticamente el único logro narrativo que tiene la cinta, que naufraga en el mar de las recurrentes prácticas del cine de comedia mexicano contemporáneo, es decir, dotarle de mucho peso a la comedia boda, con chistes eternamente funcionales, al más puro estilo de los programas televisivos de comedia.
La historia por sí sola pretende cumplir con su propósito narrativo de entretener y lo consigue, a pesar de algunos tropiezos argumentales, que permiten al espectador anticiparse a los hechos. Se trata de Fernando, un diplomático que trajo de regreso a México el Penacho de Moctezuma, interpretado por Osvaldo Benavides.
A punto de casarse con Viviana (Marcela Guirado), disfrutando de un presente maravilloso y en espera de un futuro prometedor, es plantado por su novia en el altar porque lo cambió por otro y se refugia en sus primos Matías (Alfonso Dosal), músico fracasado y Dante (Martín Altomaro), un estudiante eterno, sin oficio ni beneficio.
Por la frustración de todo lo que le acontece, decide robarse el Penacho de Moctezuma y vivir un momento de tremenda euforia que trae consigo muchas consecuencias.
La música de Andrew Kawczynski le acentúa el tono de frivolidad a la historia, que justo es decirlo, tiene una fotografía bastante agradable, realizada por Javier Morrón, quien consigue capturar grandes planos nocturnos muy coloridos y exteriores muy cotidianos.
En síntesis, el filme está narrado al mismo ritmo que “Efectos Secundarios” (2006) y “Casi divas” (2008), anteriores cintas de la misma Issa López, incluso con los mismos defectos, ante lo cual, si le gustaron estas cintas, será una buena opción, de lo contrario no se la recomiendo.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita.
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