Por Christoph Zeiher
«¿Dónde se ve en cinco años?», «¿Cuáles son sus puntos débiles?». Son preguntas que casi todos hemos escuchado alguna vez en las entrevistas de trabajo. ¿Pero siguen siendo actuales? ¿Hoy se formulan las mismas frases? Sí. Lo aseguran los especialistas. Sin embargo, advierten que los postulantes deben estar preparados para responder a ciertos interrogantes en un tono totalmente nuevo.
El cambio se da fundamentalmente porque las entrevistas laborales de hoy son mucho más «relajadas» que antes. En lugar de plantear preguntas acartonadas, puede que nos digan directamente «bueno, cuénteme de Usted, ¿cómo es y qué le interesa?». Al plantearlo de esta manera, lo que se evalúa es la espontaneidad de los postulantes y su autopercepción.
Sin embargo, no todo es tan laxo. Por lo general, las empresas les hacen las mismas preguntas a todos los interesados para poder tener un punto de comparación a la hora de tomar una decisión. Sí, el sondeo de los «puntos débiles» siempre está, pero también se presentan en preguntas como «Cuénteme, ¿cómo fue su experiencia en su último puesto de trabajo?».
Para los postulantes, esto es una doble tarea. Por un lado, saben que se enfrentarán con preguntas clásicas que pueden preparar. Por el otro, deben intentar responder lo más naturalmente posible.
Jürgen Hesse, coach especializado en entrevistas laborales, recomienda prepararse bien para el encuentro, pero no aprender nada de memoria. Él recomienda otro método. «Hay que tener una especie de guion», explica. Si uno sabe qué papel asumir y qué imagen quiere transmitir, es más fácil reaccionar con espontaneidad a las preguntas, asegura. Lo importante es tener presentes algunas palabras clave o temas centrales que uno quiere transmitir sí o sí.
También vale la pena pensar cómo reaccionar ante preguntas fuera de lugar, como ser lo referido a la planificación familiar, el estado de salud, la afiliación a un sindicato… son temas que no tendrían por qué salir en una conversación por un puesto de trabajo, pero no hay que sorprenderse si se plantean. Lo importante es reaccionar con soltura, aunque uno no quiera responder. Es más, si se plantean, uno no tiene que tener ningún prurito en mentir.
Además, hoy en día los postulantes pueden tener una actitud mucho más segura que hace algunos años. Los especialistas observan que es cada vez más común que el postulante y el empleador tengan encuentros casi de igual a igual. «No sólo ha cambiado la relación, sino que ha pasado a ser el opuesto de lo que era», comenta el asesor Jörg Knoblauch. Es más, él dice que «el empleador es el que se postula».
Tanto más importante es la impresión que se generan las dos partes mutuamente, porque la decisión sobre una posible contratación suele basarse en gran parte en la simpatía personal. Eso sí, no todos opinan lo mismo. Bernd Blessin, representante de personal, asegura que la intuición a la hora de elegir a alguien que liderará un equipo, por ejemplo, sólo «redondea» la impresión general fundamentada en criterios objetivos.
Ya sea una conversación más bien formal o totalmente descontracturada, en todas suele aparecer hacia el final una misma pregunta. «¿Qué otra cosa le interesaría saber de nosotros?» Cuando llega ese interrogante, ya no hace falta ser espontáneo. Vale preguntar cosas muy precisas. Eso demostrará que ha estado pensando. Pero atención: sería un gran error preguntar sólamente de cuánto es el sueldo. Lo más importante en ese momento es hacer consultas que tengan como eje el interrogante de «¿qué perspectivas personales quiero lograr?». (DPA)
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