CARLOS RAMÍREZ
Vargas Llosa, un francotirador indulgente, santón, neoliberal
Muchos intelectuales suelen creer que sus lectores carecen de memoria. Mario Vargas Llosa es uno de ellos: en sus declaraciones asume la condición de redentor, santón o francotirador, o las tres cosas, sin acordarse que su propia biografía es su principal enemigo.
De cómplice en la construcción de la figura política de Fidel Castro como líder de la revolución socialista de Cuba ahora Vargas Llosa aparece como un santón del neoliberalismo reaccionario. Y desde el monte del Olimpo construido con las versiones de sus libros, sus miles de artículos y sus declaraciones, el escritor se muestra como el oráculo de futuros ominosos.
Vargas Llosa puede decir lo que desee, sea contradictorio o no. Pero debería ser lo que gusta decir de sí mismo: un demócrata. Ahora da consejos a México: evitar que la democracia mexicana actual “retroceda a una democracia populista”; o sea, evitar la democracia para no llegar al populismo.
Como intelectual doctorado en letras, Vagas Llosa es un mejor trapecista; en su mundo de las ideas hay tres fases involutivas:
1.- De 1962 a 1967 fue un escritor estalinista, castrista, procubano, revolucionario, hasta guevarista. Sus textos sobre Cuba fueron superficiales, sentimentales y ciegos a favor de la dictadura castrista que se definió en julio de 1959 cuando encarceló al comandante Hubert Matos por decir que Fidel era comunista.
2.- De 1970 a 1989 Vargas Llosa fue un socialista desterrado –como Trotsky– porque aprobaba la idea del socialismo, pero no le gustaba en ningún país. En mayo de 1970 Vargas Llosa rompió con Castro por el encarcelamiento y tortura al poeta Heberto Padilla. A partir de ahí, volteó banderas al socialismo cubano, aunque asumió el modelo del Sartre de Stalin sin estalinismo –cualquier cosa que ello represente–. Escribió Vargas Llosa, como Sartre en El fantasma de Stalin, que, a pesar de las pruebas del socialismo autoritario y dictatorial, “aprieto los dientes y sigo diciendo con el socialismo”.
3.- De 1989 a la fecha, Vargas Llosa se pasó al neoliberalismo reaccionario, conservador, fondomonetarista, de mercado, antisocial pro empresarial y –¿por qué no?– monárquico. En 1990 fue candidato a la presidencia del Perú y su programa de gobierno fue el mismo del neoliberalismo impositivo del Fondo Monetario Internacional. Desde ese 1989 –caída del Muro de Berlín– Vargas Llosa se convirtió en el intelectual insignia de ese neoliberalismo.
Vargas Llosa es el intelectual prototípico que describió el español Ignacio Sánchez-Cuenca en su ensayo La desfachatez intelectual: los intelectuales clérigos –Julien Benda–, tertulianos o víctimas propiciatorias del neoliberalismo como el nuevo opio –Raymond Aron–, es decir, líderes sociales que suplen el debate de las ideas, la lucha de clases y la reflexión ensayística. Basta, dicen, una declaración bien construida, casi como cuento corto.
Vargas Llosa caracterizó en 1992 el sistema mexicano como “dictadura perfecta” porque contenía en su seno hasta a sus críticos. Ahora alerta la posibilidad de la “democracia populista” –categorías contradictorias u oximorónicas– porque la democracia es el mandato de las mayorías y no los pánicos de las minorías ilustradas, y pide votar el regreso de la dictadura perfecta priísta.
Su libro El llamado de la tribu es un viaje simbólico de Finlandia a la estación de Alemania –al revés del Lenin de Edmund Wilson– en busca de su nueva moral neoliberal, fondomonetarista, de mercado.
Política para dummies: La política es el arte de perder la memoria para con vencer a incautos.
Sólo para sus ojos:
Recuerde consultar todos los días www.seguridasdydefensa.mx para enterarse de las geoestrategias del poder que tienen al mundo pendiendo de un hilo.
Margarita Zavala usa la imagen de Manuel Gómez Morín para su campaña, pero pocos panistas saben quién fue y muchos entienden que durante su presidencia Felipe Calderón escondió a Gómez Morín.
Con sus coordinadores regionales, sus operadores de campaña y sus delegados estatales, el candidato priísta-no priísta José Antonio Meade Kuribreña está demostrando que tiene más miembros de equipo de campaña que votos electorales.
Las declaraciones del rector Enrique Graue fueron leídas en la UNAM como la continuación de la impunidad, el narcotráfico y los grupos criminales en los recintos estudiantiles.
Si no le dan un descontón que lo tumbe, Ricardo Anaya saldrá fortalecido por el acoso de la PGR. Los priístas se olvidan que el voto contra el PRI es voto de castigo.
Famosas últimas palabras: “Vargas Llosa es un buen escritor, pero un mal político”: López Obrador.
@carlosramirezh
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