OPINIÓN

ALGO QUE VALE LA PENA CONTAR

Por

18 enero, 2018

ALBERTO BOARDMAN

«Somos polvo de estrellas que piensa acerca de las estrellas». Carl Sagan

Los «cometas» son definidos como trozos de materiales que quedaron después de la formación del Sistema Solar y no lograron integrarse al resto de los planetas, dando forma a unidades más pequeñas e independientes. La definición común los cataloga como bolas de nieve sucia, con bolsillos de aire atrapados en su interior. Atraídos por la órbita del Sistema Solar, el hielo y gas que los componen son alterados por el calentamiento del Sol, dando forma a una nube alrededor de su núcleo. Esta nube denominada «coma», puede tener miles de kilómetros de diámetro y al ser afectada por la radiación y la luz del Sol crea una «cola», que puede llegar a tener millones de kilómetros de largo.

Uno de los más famosos es sin duda el «Cometa Halley» nombrado así en honor a Edmund Halley, astrónomo inglés que basado en las leyes de Newton, realizó un estudio sobre 24 cometas en 1705. Al realizar el cálculo de las órbitas, el científico llegó finalmente a la conclusión de que en muchos de los casos se trataba del mismo cuerpo astral que regresaba a ser visible desde la tierra una y otra vez cada determinada cantidad de tiempo. Esto supuso un gran avance astronómico en su momento, que permitiría predecir parte del comportamiento del Sistema Solar. Estudiando la aparición de este cometa a lo largo del tiempo, Edmund encontró vestigios de un primer registro de aparición en el año 239 a. C. Realizando una exhaustiva investigación histórica, calculó que el tiempo que este cometa tardaba en ir y regresar de nueva cuenta a la tierra, podría estimarse entre los 75 y 76 años de diferencia. La última vez que Halley fue visible desde nuestro planeta se remonta al cercano 1986, por lo que su regreso es estimado para el año 2061. Halley, cuya forma resulta similar a la de un cacahuate, posee 15 kilómetros de largo y 8 kilómetros de espesor, siendo capaz de alcanzar una longitud de 100 mil kilómetros de distancia en su «coma» o cabellera. Su antigüedad ha llegado a estimarse en 4.5 billones de años y la asociación curiosa y hasta terrorífica de su paso a través de la historia de la humanidad, es un tema muy interesante que podremos abordar en el siguiente aporte.

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.

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