Por Sabine Meuter
Muchas empresas organizan una vez por año un día de campo, una clase de cocina o una excursión por el río para todos los empleados. Se supone que ese tipo de eventos fortalecen los vínculos grupales, que favorece muchísimo el clima en la oficina y que refuerza el vínculo que siente cada uno con el departamento y el equipo con el que trabaja.
El cálculo que hace la empresa es que la gente trabaja mucho mejor cuando se siente bien, y por ende fomenta ese buen ambiente. Sin embargo, hay algo fundamental: siempre tiene que haber un objetivo muy claro para todos para que esa experiencia perdure en el tiempo.
Por ejemplo, puede que la comunicación dentro del equipo no esté siendo buena. En ese caso, la excursión podría ser un buen momento para hablar de esos nudos y buscar soluciones. Puede que venga muy bien que el día esté moderado por un tercero, es decir, por alguien que tenga cierta imparcialidad y pueda hacer de nexo entre las partes. Y por supuesto que los jefes tienen que estar presentes en la salida, porque son parte del equipo.
Si el equipo está haciendo un día de cocina, «los papeles de liderazgo pueden ser distribuidos de un modo que sea distinto al que todos conocen», sugiere el experto Torsten Schneider. El cambio de roles permite tener nuevas perspectivas. Luego, al comer todos juntos, se pueden intercambiar las experiencias.
Otra buena propuesta es que se armen dos grupos y que haya un duelo de recetas, siempre y cuando eso genere una tarde de humor y bromas y un éxito que después sea compartido. Para la preparación del postre pueden redefinirse los equipos, así todos juegan con todos. Es una muy buena idea para generar espacios en los que se hable de otra cosa que de trabajo.
Otro juego podría ser construir una ciudad de legos, idearla en equipo, o tomar una clase de algo que nadie haya hecho hasta ese momento.
Es más, a veces hasta ir al cine puede ser una buena salida en equipo. La película puede dejar material de conversación que tal vez sirva para aplicar en sus conclusiones a la vida de todos los días.
Eso sí: el objetivo no tiene que ser siempre catalizar la unión, también puede celebrar el éxito de alguna sección de la empresa o de la compañía.
Lo ideal es que la participación sea voluntaria, y si alguien no puede ir por algún motivo, es mejor que mostrar comprensión. Puede que no tenga con quién dejar a su hijo u otros problemas de la vida diaria, sobre todo cuando el encuentro se hace fuera de horario laboral. (DPA)
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