Del 8 al 10 de octubre, más de 100 representantes de pueblos y comunidades indígenas de todo el mundo se reunirán en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos, para participar en la Cumbre Mundial de los Pueblos Indígenas y la Naturaleza. Este encuentro tiene como objetivo reafirmar el papel de los pueblos indígenas y afromexicanos como guardianes de saberes ancestrales y cuidadoras y cuidadores legítimos de la vida en la Tierra. Este encuentro subraya un principio clave: visibilizar a los pueblos indígenas es la manera más efectiva de respetar su dignidad, porque invisibilizar implica negar existencia y derechos.
No es casualidad que, a nivel internacional, se comiencen a implementar políticas de visibilización. Un ejemplo reciente es el reconocimiento de la Wiphala por la ONU a través de la resolución A/79/L.95, símbolo de justicia, armonía y solidaridad con los pueblos originarios. Su exhibición en espacios públicos, educativos e institucionales refuerza su presencia y visibiliza un mensaje claro: los pueblos indígenas merecen reconocimiento, respeto y participación plena en la sociedad.
En México, la historia de invisibilización de los pueblos indígenas y afromexicanos es larga y compleja. Desde la independencia, se aplicaron políticas que oscilaron entre la eliminación, la exclusión y la asimilación cultural. Durante décadas, identificarse como indígena implicaba cargar un estigma que desalentaba a muchas personas a reconocerse públicamente como tales. Incluso hoy, aunque más personas se reconocen como indígenas o afromexicanas, muchos siguen sin aparecer en los censos oficiales. Por ejemplo, mientras que en el año 2000 se registraron 6 millones de hablantes de lenguas indígenas, en 2023 la cifra asciende a 7.4 millones; y cerca de 3.1 millones de personas se autoidentifican como afromexicanas. Estas cifras reflejan un proceso de reconocimiento progresivo, pero también muestran que la invisibilización histórica sigue teniendo efectos sobre cómo las personas se identifican y son reconocidas por la sociedad.
Para comprender la importancia de la visibilización, puede resultar útil una metáfora tomada de la película Luca (dirigida por Enrico Casarosa). Luca y Alberto son seres marinos que deben ocultarse bajo el agua porque los humanos los consideran peligrosos. Solo cuando logran mostrarse tal como son y los humanos aprenden a aceptarlos, se establece una convivencia plena. De manera similar, los pueblos indígenas y afromexicanos han existido siempre, pero han sido sistemáticamente invisibilizados. Su reconocimiento, participación plena y respeto dependen de que se respete y valore su cultura, lengua e identidad.
Cada acción de visibilización, desde la Cumbre Mundial hasta la promoción de símbolos como la Wiphala, pasando por políticas públicas inclusivas y un registro más preciso en censos nacionales, representa un paso concreto hacia la justicia, la inclusión y la dignidad de los pueblos indígenas y afromexicanos. No se trata solo de reconocimiento simbólico, sino de garantizar derechos, oportunidades y un espacio real en la vida política, cultural y social del país.
En México, es probable que el número real de personas hablantes de una lengua indígena sea mayor que los 7.4 millones registrados como hablantes de lenguas indígenas. Quizás los años de políticas de exclusión y al miedo a identificarse públicamente, siguen permeando. Por eso, visibilizar no solo es contar, sino también reconocer, proteger y valorar. Solo cuando la sociedad acepte plenamente la existencia y el valor de todos sus pueblos originarios, podremos avanzar hacia un país verdaderamente inclusivo, justo y respetuoso de la diversidad que lo constituye.



