Don Héctor González Melendez ha reunido 200 piezas, algunas de finales del siglo 18, y las expone al público en general
Antes de las laptop, las computadoras de escritorio e incluso los teléfonos móviles, las máquinas de escribir eran el único medio de expresión escrita aparte de los manuscritos y gracias a su fascinación por estos artefactos, desde hace dos décadas, don Héctor González Meléndez se dedica a coleccionarlas.
Son más de 200 piezas, algunas de finales del siglo 18, las que muestra en lo que, apenas hace un año, se convirtió en un proyecto de museo particular, donde se exhiben como testigos de la escritura a través del tiempo.
«Tengo cerca de 70 años de estar relacionado a este giro de máquinas y muebles de oficina, estuve cinco años primero trabajando para negocios y vamos a cumplir 63 años ya trabajando por nuestra cuenta; siempre nos hemos movido en el ambiente maquinero, hubo épocas en las que la máquina se usaba para todos los trabajos de oficina y a través de los años hemos visto pasar cantidad de máquinas, de muchas épocas. Me surgió la idea de coleccionar las máquinas y de ahí para acá empecé a recoger, a buscar máquinas, a ir a otros lados a conseguirlas y aquí está el resultado de esa labor que ha sido en cerca de estos 20 años», compartió con El Heraldo de Saltillo.
Otras 300 máquinas complementan la colección definitiva del empresario, quien no descarta hacerles un espacio en las áreas donde ya muestra una amplia variedad de piezas que se fabricaron en países como España, Alemania, Italia, Suecia y Estados Unidos.
«Hay varias máquinas que son muy antiguas, en exhibición, en esta área, tenemos más de 200 piezas, pero en realidad contamos con otra cantidad muy grande de máquinas; estas son las que pensamos más atractivas para exhibirlas pero con el tiempo vamos a ir, a lo mejor, incrementando con otras de las que aún no hemos puesto y que valga la pena exhibirlas», señaló.
«Tenemos máquinas de finales del siglo 18, son de las más antiguas; tenemos máquinas de muchos países, obviamente hay americanas, europeas, hablamos de Alemania, hablamos de italianas, de suecas, entonces hemos coleccionado bastantes máquinas de varias partes del mundo», abundó.
OTRAS MÁQUINAS
De las 200 máquinas, alrededor de 120 son de escribir, mientras que el resto son sumadoras, cajas registradoras y calculadoras antiguas que, por lo rudimentario de su diseño y gracias a la modernización y simplificación en su uso, dejaron de emplearse para dar paso a dispositivos más fáciles de transportar de un lado a otro, como las calculadoras digitales y las propias computadoras con programas ofimáticos.
«Desde luego, la mayoría son máquinas de escribir pero tenemos una buena cantidad de máquinas registradoras, de máquinas de contabilidad, sumadoras, calculadoras, entonces básicamente esto se concreta a lo que es cualquier tipo de máquina de oficina», platicó.
Más allá del valor económico de las máquinas que resguarda, González Mélendez considera que su importancia radica en que son objetos que ya no se fabrican y, por ende, se han vuelto reliquias de épocas en las que su empleo era común y que, al mismo tiempo, se va difuminando con el transitar de los años.
«Nos han tocado varias épocas, hemos visto que a través de todos estos años ha habido mucha evolución en las máquinas de escribir, en estos más de 60 años evolucionó mucho de la máquina mecánica a la eléctrica, a la electrónica, posteriormente llegamos a la era del cómputo que es lo que está dominando actualmente. Hay generaciones de este siglo que ya no conocen la máquina de escribir, ya no les tocó conocerlas y mucho menos trabajar en ellas”, externó.
CONÓZCALO
El Museo que, a decir de su propietario, no tiene un nombre en específico pero sí mucho que mostrar a través de su recorrido, se ubica en la planta alta de su negocio Proveedora de Oficinas de Saltillo S.A de C.V, en Avenida Universidad 481 esquina con calle Real, colonia Jardines de Valle, puede visitarse sin costo en un horario de 9 de la mañana a 7 de la tarde, de lunes a viernes.
«Nos han comentado una colección que tal vez no haya en muchos lugares, es una satisfacción personal que tengo yo, que gracias a uno de mis hijos básicamente y algunos de mis nietos, ellos fueron los que más ganas le echaron para poder realizar y tener el museo, llevar a cabo la exhibición de máquinas. Estas máquinas, la mayoría, están en muy buenas condiciones, fuera de eso no requieren un mantenimiento muy especial; se trata de tenerlas bien limpias, bien lubricadas para que estén en buenas condiciones», dijo.
«Ya hay mucha escasez de máquinas de este tipo, cada vez se batalla más para conseguirlas pero sería muy bueno poder seguir consiguiendo piezas que valgan la pena. Es una colección privada pero está abierta a todo mundo que desee venir, la idea es que la gente sepa cómo ha evolucionado la escritura impresa, cómo era y cómo ha ido evolucionando a través del tiempo», finalizó. (OMAR SOTO)