Cómo imprimir tu pasión en lo que haces
En días recientes, al interactuar con las personas a mi alrededor, hay algo que me ha llamado la atención, y tal vez también te ha pasado a ti. Cuando pregunto a alguien: “¿Cómo van las cosas en tu vida?”, la primera respuesta, con un aire de cansancio y fastidio, es: “Pues aquí, trabajando, qué más hace uno”…
Me da la impresión de que, bajo estos comentarios, yace un cierto aire de desmotivación e incluso, de aburrimiento. Es por eso por lo que me gustaría compartir hoy contigo mi interpretación del “trabajo”.
Todos los seres humanos llegamos a nuestra vida con un propósito, con una huella única en la que podemos transformar nuestro entorno y que, a la vez, se convierte en la fuente de mayor plenitud y crecimiento personal.
Aunque, aparentemente, pareciera que muchos nos dedicamos a hacer las mismas cosas, cada uno tiene una manera única y especial de hacerlas, o de imprimir su esencia en lo que hace, ya que cada ser humano es único y especial.
Esa huella va dejando pistas a través de nuestros más grandes sueños y anhelos, y de los rasgos característicos de nuestra personalidad y que, del mismo modo, las diferentes experiencias de vida nos han impulsado a desarrollar y a aprender.
Eso le transfiere a cada uno un valor único en lo que hace. Es decir, aunque fueras un cocinero que realiza el mismo guiso, sólo tú conoces la manera única y especial de hacer la misma comida, es decir, tienes tu “salsa secreta”.
Las mamás, por ejemplo, cuando se les pregunta cómo cocinaron un guiso delicioso, por lo general responden: “lo hice con amor”… Es decir, la intención y la ilusión por dejar algo representativo en lo que hace, y una huella en las personas que se deleitan con su trabajo le permite que, al saborear sus platillos, los demás puedan percibir la magia de hacer las cosas con el corazón.
¿Qué pasaría si, en cada momento, tomaras consciencia de que lo que estás haciendo ahora lo hacer con amor? ¿Cuánta magia podríamos estar experimentando a cada momento?
No es lo mismo hacer algo que hacerlo “con amor”. Es decir, poner nuestra atención en la huella que dejamos impresa en cada acción y, sobre todo, en nuestro trabajo. No importa si estás en una recepción, o maquilando un producto, o desarrollando un programa financiero o legal, cuando pones el corazón en lo que haces, la gente lo nota.
Y lo más importante, aunque no lo llegaran a notar, TÚ LO NOTAS. Esa intención te transforma, contribuye a tu esencia y le asigna un propósito a lo que haces, convirtiéndote en la mejor versión de ti mismo, proyectándose en la calidad del producto terminado.
No es lo mismo hacer algo “porque tengo que terminarlo” que hacerlo bien. Por lo general, cuando no nos entusiasmamos por lo que hacemos, obtenemos resultados mediocres. Y aunque el producto final pudiera no tener algún valor para ti, para quienes van a recibir ese producto lo tendrá, si no, no lo estuvieran adquiriendo.
Por ejemplo; a la hora de hacer una llanta, tal vez de cientos o miles que te corresponda terminar en una semana, si sólo te enfocas en realizar tu trabajo y que pase los estándares de calidad, podrás hacer una buena llanta.
Pero si, al hacer cada llanta, tienes en mente que no solamente estás “construyendo” una llanta, sino que aseguras el destino de una familia que espera la llegada de su padre, que es fuente de provisión y seguridad para cada hijo, o de unos padres que esperan que sus hijos regresen del trabajo o de la escuela para abrazarlos, podrás notar que, de ahora en adelante, hacer esa llanta con más cuidado y atención, es decir, con “amor”.
¿Cuál es el valor final del propósito en cada cosa que estás haciendo? Tal vez, teniéndolo en mente, podrás recuperar tu pasión por hacerlo, al saber que cada acción que hiciste con compromiso ha estado ayudando a muchas personas a vivir mejor.
Quizá te des cuenta de que no requieres hacer cosas espectaculares o vistosas para contribuir a generar una sociedad en donde los sueños puedan realizarse, y que eres un instrumento que, con cada acción, puede generar esperanza y una mejor calidad de vida para el mundo y la sociedad.
Y te des cuenta de que, gracias a Dios tienes trabajo, un trabajo que es una pieza esencial en la vida de muchos, y puedas imprimir nuevamente la pasión en él.



