Ordena arzobispo a Adrián Alejandro Serrato como sacerdote de esta organización religiosa
En una misa que se efectuó este martes en la Catedral de Santiago, en Saltillo, Adrián Alejandro Serrato Corpus fue ordenado como sacerdote dentro de la Confraternidad Operarios del Reino de Cristo, organización religiosa que se fundó en México hace cinco décadas y que tiene presencia en países como España, Italia, Estados Unidos y Colombia.
«Su carisma, la finalidad de este instituto es promover las vocaciones sacerdotales para las Diócesis más necesitadas, así nació el instituto y, más o menos, serán unos 140 sacerdotes los que lo conforman», señaló Rogelio Cabrera López, titular mayor de esta Confraternidad, y arzobispo de la Arquidiócesis de Monterrey.
Por su parte, el padre Pedro Amezcua Núñez, director general de Operarios de Cristo, resaltó que la ordenación del originario de Saltillo, quien creció junto a su familia en la colonia Brisas Poniente, es un mensaje de esperanza sobre que aún hay esos «sí» a Dios en el corazón de los jóvenes.
«Es una bendición de Dios, en los últimos 13 meses hemos perdido cinco sacerdotes, han fallecido, entonces tener uno más es agua de mayo, una bendición; esperamos que esto siga adelante, que al ser el de Saltillo su ordenación sea una semilla que se siembra, que sea fecunda para que, ojalá, salgan más vocaciones de esta ciudad», compartió.
MOTIVAR LA VOCACIÓN SACERDOTAL
Con 33 años, el presbítero recibió la imposición de manos de monseñor Rogelio Cabrera en el templo insigne de la capital de Coahuila y esperó que su ejemplo inspire a más saltillenses para convertirse en «operarios de Cristo».
«Parte del carisma que tenemos en la Confraternidad del Reino de Cristo es ir a las Diócesis necesitadas de clero y una realidad en España es el secularismo, la falta de fe muy fuerte que hay y estamos para eso, para poder servir y dar ese testimonio tan necesario en nuestra sociedad», externó al precisar que realizará su ministerio en España.
«Sobre todo lo que nos decía el papa León, no hay que tener miedo a dar una respuesta generosa a Dios, una respuesta llena del amor de Dios para poder entregarnos y poder servir a los más necesitados», concluyó. (OMAR SOTO)












