COMO DECÍA MI ABUELA

“Justicia es agravio”…

En casa, teníamos un libro de historias bíblicas que me impresionaba muchísimo por sus imágenes, en particular, por la historia del rey Salomón, aquel sabio que había propuesto dividir en dos a un bebé del que dos mujeres alegaban ser su madre legítima. Le mostraba las ilustraciones a mi abuela y ella decía que el rey había propuesto esa solución, ya que, sabía que la verdadera madre no iba a permitir que el bebé fuera lastimado de ningún modo y aunque pareciera muy extraño, era una manera rápida de asegurarse de dar con la verdadera madre del bebé. Sin embargo, mi abuela comentaba: “justicia es agravio, cuando no la aplica el sabio” pues sabía que cualquier otra persona malintencionada podía aplicar el mismo principio y no obtener el mismo resultado.

El caso de Cuauhtémoc Blanco es un gran ejemplo de lo que sucede cuando llegan al poder mujeres que sólo están ahí para dar el número y llenar un requisito, pero que no entienden el porqué detrás del mismo.

La paridad no es solamente el ejercicio de nombrar mujeres para llenar un espacio, sino, la condición para lograr un mundo más justo, una verdadera justicia para todos y todas.

Pero cuando las mujeres encargadas de cumplir esa condición se encuentran alienadas, envueltas en su burbuja de privilegios, incapaces de entender porqué resulta ofensivo que se tomen una fotografía con un saco morado el ocho de marzo y días después griten; “no estás solo”, consigna acuñada por el feminismo, a favor de un agresor, entendemos que sólo son una cuota más, un número más y que no es cierto que las mujeres nos encontremos representadas en las cámaras, puesto que, no luchan por nuestros intereses, por el contrario, favorecen y encubren a agresores alegando que están protegiendo los derechos de las víctimas, como diría mi abuela “justicia es agravio cuando no la aplica el sabio” es decir, cuando las personas en el poder carecen de perspectiva de género y formación feminista real.

Basta buscar cuentas de mujeres que sí trabajan desde el feminismo para entender la diferencia a través de ese contraste.

Por ejemplo la alcaldesa de la demarcación Cuauhtémoc en la Ciudad de México,  Alessandra Rojo de la Vega, quién acompaña a víctimas, favorece los programas sociales que apoyen a las mujeres, establece vías de acción y comunicación en conjunto con colectivos y quien desde hace muchos años se ha mantenido constante y congruente con su participación como activista, como política o como ambas.

Lo mismo sucede con Yndira Sandoval, defensora de derechos humanos, activista y promotora incansable de la 3 de 3 contra la violencia y quién sigue en la lucha por depurar a los funcionarios públicos de este país, porque no solo es Cuauhtémoc Blanco sino que desgraciadamente hay una larga lista de funcionarios locales, estatales o federales que han sido agresores o encubridores de agresores a lo largo de sus carreras políticas. Como ella misma señala “los agresores en el poder están ahí, porque tienen cómplices”.

Pero las mujeres también podemos tejer redes y buscar apoyar que lleguen a la función pública y a las posiciones de poder las mujeres que de verdad van a representar nuestros intereses y van a velar por nuestros derechos, porque tienen la firme convicción de hacerlo, como es el caso de la abogada Coahuilense Hatzidy Colunga, quién no sólo cuenta con  experiencia de años en el servicio público, sino que además es defensora de los derechos humanos y feminista, y quien actualmente es candidata al cargo de Magistrada de Circuito en el Poder Judicial de la Federación, postulada por el Poder Legislativo y el Ejecutivo Federal.

Porque como ya ha quedado evidenciado, no basta con que existan las leyes, es necesario que quienes se encargan de aplicarlas tengan la capacidad para observar con perspectiva de género y así tomar decisiones justas y correctas encaminadas a salvaguardar el derecho de toda niña, adolescente y mujer a vivir una vida libre de violencia.

Es cierto que necesitamos más mujeres en espacios públicos pero también necesitamos que esas mujeres no sean solo un número para llenar una cuota o para “engordarle el caldo al patriarcado” como diría Yndira Sandoval, sino que sean mujeres con la plena convicción de trabajar por una justicia para todas.

Porque así tal y como lo diría mi abuela “la justicia es agravio, cuando no la aplica el sabio” así qué, seamos sabios y sabias al elegir a las mujeres que van a ocupar cargos públicos, para que la justicia sea la regla y no la excepción, para que no se convierta en un calvario el camino que recorren las mujeres solicitando el castigo para sus agresores, y que sea un bien para todos y no solo para aquellos que tienen influencias y medios económicos para alcanzarla.