Ciudad de México.- La generación Z, que comprende a los nacidos entre mediados de la década de 1990 y principios de la década de 2010, ha establecido rupturas con respecto a sus predecesoras en muchos ámbitos, incluyendo el de las relaciones afectivas.
Recientemente, entre este grupo se han popularizado los llamados ‘matrimonios lavanda’, que implican el establecimiento de un vínculo conyugal basado en la puesta en común de asuntos emocionales, domésticos y financieros, pero sin involucramiento romántico o sexual.
Aunque suena a fenómeno del siglo XXI, el término “matrimonio lavanda” tiene raíces en el siglo XIX. Originalmente, describía un matrimonio entre un hombre homosexual y una mujer homosexual, una unión platónica utilizada como tapadera social en una época en la que vivir libremente la orientación sexual era imposible.
En este tiempo, la Generación Z lo ha reinterpretado: un matrimonio lavanda moderno es una relación platónica entre dos personas que deciden compartir vida, recursos y apoyo mutuo, sin que exista una relación romántica o sexual entre ellas.
Este fenómeno no surge por casualidad. En una era marcada por la soledad, el alto costo de la vida y el agotamiento del modelo romántico tradicional. Las aplicaciones de citas han experimentado últimamente un declive (Tinder perdió un 6 por ciento de usuarios de pago en 2024 y Bumble se desplomó un 90 por ciento desde su salida a bolsa en 2021). Frente a esto, el matrimonio lavanda ofrece autenticidad, estabilidad emocional y compañerismo.
Muchos ‘millennials’ y miembros de la generación Z no pueden afrontar el costo de la vida por sí solos. En estas circunstancias, el matrimonio lavanda puede ofrecer importantes beneficios, como exenciones fiscales, gastos de manutención compartidos y protección legal.
Esta modalidad de relación se ha vuelto tendencia en redes sociales. La etiqueta #lavendermarriage acumula millones de visualizaciones en TikTok, donde usuarios comparten experiencias y reflexiones sobre esta alternativa.
Los matrimonios lavanda no responden únicamente a una coyuntura económica o social, sino que forman parte de un cambio más amplio en las formas de relación. Este modelo privilegia la cooperación, la estabilidad afectiva y una redefinición del cuidado, al margen de los vínculos románticos o sexuales tradicionales.
Este modelo plantea una alianza basada en la amistad, la empatía y la planificación compartida, en un momento en que las formas tradicionales de convivencia enfrentan un proceso de revisión profunda.
Si bien la búsqueda de compañía estable y la obtención de un ‘socio’ permanente para la gestión de la vida cotidiana pueden resultar atractivos para algunos jóvenes, este tipo de vínculos no está exento de riesgos de diversa índole.
Según lo han puesto especialistas, en los ‘matrimonios lavanda’ también experimentan riesgos financieros, emocionales y reputacionales que podría entrañar el fin del vínculo, pues si la ruptura ocurre en malos términos, serían esperables litigios legales para repartir los bienes o decidir la custodia de los hijos en común, si los hubiere.
Además “las personas pueden lidiar con la dicotomía entre su imagen pública y su verdad privada”. Dicha tensión podría causarles “un profundo malestar emocional” y afectar de manera significativa su salud mental señala el portal ‘Marriage’. (EL HERALDO)
https://www.marriage.com/advice/marriage-fitness/lavender-marriages/
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