La verdad duele una vez…
Mentiras “piadosas” todos hemos dicho alguna vez, por ejemplo, cuando mi abuela horneaba galletas y panes frecuentemente mentíamos sobre la cantidad que nos habíamos comido para repetir porción. Mi abuela solía decirnos “de golosos y tragones están llenos los panteones” y se reía de nosotros. Aún así, mi abuela nos exhortaba a no mentir ya que podíamos tener graves consecuencias, alguna vez mencionó: es mejor decir la verdad aunque no nos guste, y agregó “la verdad duele una vez, la mentira cada vez que se recuerda» aludiendo que nuestro dolor de estómago sería un recordatorio palpable de la mentira que acabábamos de decir.
Es cierto que hay verdades que duelen y realidades que resultan muy incómodas, tanto, que preferimos ignorarlas para evitarnos el disgusto, sin embargo, la realidad no desaparece con la ignorancia y la indiferencia, al contrario, nos ponemos en peligro de repetir aquello que nos duele tratando de evitarlo.
Así que aunque nos duela tenemos que reconocer que no llegamos todas, y que esa mentira que intentan sostener la presidenta y las diputadas que apoyaron a Cuauhtémoc Blanco nos duele cada vez que la recordamos o nos la recuerdan.
Justo este tema me recordó otra mentira que se suele afirmar cuando hablamos de víctimas de delitos sexuales o de algún otro tipo de violencia que típicamente es cometido en contra de las mujeres. La sociedad y los hombres alegan que existe una gran cantidad de denuncias falsas que se realizan para obtener algún beneficio, como si ir a poner una denuncia al ministerio público fuera equiparable a un día de paseo en la Alameda. Es totalmente ridículo.
Más bien, analicemos algunos datos; uno, en México existen 64.5 millones de mujeres de acuerdo a cifras oficiales del INEGI, dos, según el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) en 2024 al menos la mitad de las mujeres en México había sufrido violencia sexual y tres, de acuerdo a datos presentados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en lo que va del año, se han realizado más de 12,000 denuncias en todo el país por delitos de índole sexual, la cifra sin embargo, debería ser más alta de acuerdo a los dos datos mencionados con anterioridad, lo que nos da a suponer que tenemos una sub denuncia en los delitos de carácter sexual y no, denuncias falsas como argumentan algunos.
En el documental de Netflix titulado “Víctima Sospechosa”, se detalla la investigación que realizaron en conjunto periodistas en el país vecino de Estados Unidos. Dicho documental exhibe prácticas policíacas con tendencias a manipular a las víctimas para que desistan de su denuncia e inclusive se les arrestaba por interponer una “denuncia falsa” lo que facilitaba que cerraran la carpeta con un arresto, sin mencionar a quién se había arrestado, y de esta forma aumentar el porcentaje de efectividad de los agentes.
En México, las autoridades realizan campañas de revictimización contra quienes acuden a interponer sus denuncias: se les pregunta si bebieron, dónde andaban, por qué vestían de la forma en la que vestían, si conocían o no a su atacante, todo con una connotación de juicio moral que impide a la víctima sentirse segura en un momento en el que de por sí ya es vulnerable.
Por este tipo de situaciones resulta doloroso que diputadas como Patricia Armendáriz de MORENA, realicen declaraciones en las que aseguran que las víctimas mienten. “Yo ahorita tengo varios ayudantes míos en Chiapas acusados de delitos sexuales para extorsionarme a mí como figura pública” señaló en un video que circula en redes sociales, a propósito de su postura respecto al desafuero de Cuauhtémoc Blanco. Expresar que las denuncias son falsas sólo porque no se encontró a un culpable es pasar por alto todas las deficiencias que presenta el sistema de justicia de nuestro país.
Justamente, quiénes alegan que las víctimas deben acudir a denunciar, son las mismas que señalan que no se votó por quitar el fuero a Cuauhtémoc por “deficiencias en la carpeta”, entonces, ¿no será este proceder un truco o maña sistematizada por las autoridades para evitarse la fatiga del trabajo? Cansar a las víctimas y cubrir con el manto de la impunidad a los agresores no resuelve nada, pero mantiene las cifras en el oscurantismo. La verdad dolorosa es que ni siquiera tenemos un número claro de víctimas de violencia sexual en nuestro país y los agresores andan tan tranquilos por las calles, porque saben que, al final del día, ellos no están solos.
Pero nosotras tampoco. No descansaremos hasta que la justicia se vuelva costumbre en este país.
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