CÓMO DECÍA MI ABUELA

Que te compre…

La naturaleza de los niños es ser curiosos, pues el mundo y todo a su alrededor es nuevo, y yo, desde pequeña, exploraba las cosas de mi abuelita con curiosidad. Me gustaba abrir los cajones de la máquina de coser y ver todos los botones de colores, hilos, agujas, dedal, y demás elementos que ocupaba para la tarea. Y no era lo único, su alhajero, todas las cosas del tocador, las figuritas que decoraban la sala y así, podría seguir enumerando los objetos que me llamaban a mirarlos y tocarlos. En diferentes ocasiones mi abuela me llamó la atención por estar “esculcando” sus cosas, así que me volví más cuidadosa para que no me atrapara. Sin embargo, yo no era muy hábil o mi abuela me conocía muy bien y justamente cuando me encontraba en su habitación o en la sala ocultando las manos detrás de la espalda ella me decía, ¡ay mijita! “Que te compre quien no te conozca”, y una vez más, me llamaba la atención por tomar sus cosas sin permiso.

Esta semana nos sorprendió una noticia terrible; Alejandra Marisol había sido localizada en su domicilio en Ramos Arizpe, desnuda, con hemorragia vaginal y signos de violencia, fue trasladada a la clínica 2 del IMSS, donde los médicos dieron aviso a las autoridades cuando horas después lamentablemente falleció a causa de la gravedad de las lesiones. Presuntamente, había sido agredida por sus compañeros de trabajo,  quienes vivían con ella, pero no se sabía nada de ellos hasta el momento y se presumía que se habían dado a la fuga.

Horas más tarde, sin embargo, aconteció que todos los medios de comunicación señalaron que la fiscalía sostenía que la causa de muerte de Alejandra había sido por causas naturales, lo que causó indignación y desconfianza que no se hicieron esperar para manifestar en los comentarios de dichas notas.

La reacción no es para menos, ya que, como diría mi abuela “que los compre quien no los conozca”, pues quienes estamos al tanto de la lucha feminista sabemos que,  la mayoría si no es que todos, los casos de feminicidio, han formado parte alguna vez de la llamada estadística oculta, ya fuera porque el delito no fue clasificado como feminicidio o bien, porque ni siquiera se consideraba delito y se le atribuían otras causas, como el suicidio.

Lamentablemente, la desconfianza en los medios de comunicación y las fiscalías viene de la tendencia a maquillar cifras y las altas tasas de impunidad que existen en nuestro país, más aún si se trata de  delitos de violencia contra las mujeres.

Así que sí, toda esta desconfianza no es de a gratis, es producto de las inconsistencias en la información que se brinda, es producto de la falta de transparencia en las investigaciones, surge de la falta de respuestas y las muchas dudas que nos quedan cuando una mujer, niña o adolescente desaparece y no sabemos más de ella ni de lo que le pasó.

Y entonces, como decía mi abuela, “que los compre quien no los conozca”, nos queda clarísimo que, en temas de violencia contra las mujeres, el Estado omiso es cómplice y por lo tanto responsable de todo delito cometido contra nosotras y nuestros cuerpos.

Esa cultura de la violación que se hace patente cuando en los comentarios de la primera noticia, hombres y mujeres por igual, hablaban de que algunas mujeres “no se dan a respetar” y por ese motivo, porque son “llevadas” es que pasan este tipo de cosas refiriéndose a una violación tumultuaria. Y yo me pregunto, ¿de verdad es culpa del comportamiento de una mujer ser abusada de una manera tan atroz como para perder la vida? ¿Quién nos da el derecho a faltar a valores tan básicos como lo es el respeto?

En Teoría del Estado, en la Facultad de Jurisprudencia, aprendimos que la libertad es un derecho inherente a todos los seres humanos y que, renunciamos a una parte de ella en pos de un orden jurídico, mismo que le brinda la potestad al Estado de restringir esa libertad natural para mantener el orden y el bien común, para mantener la seguridad en las personas y los bienes de todos los ciudadanos.

Cuando podemos observar que nuestra vida y nuestros cuerpos son objetos de violencia, entendemos que no somos consideradas ciudadanas y por lo tanto el Estado no está cumpliendo con su parte del trato, las libertades de las mujeres siguen restringidas, se nos considera como ciudadanas de segunda.

Y puede ser que sí, que sea cierto que Alejandra Marisol falleció de causas naturales, que los medios de comunicación hayan exagerado la nota y en este caso los señalaremos de amarillistas y de, nuevamente, explotar la imagen de las mujeres y ejercer violencia sobre nosotras escandalizando con tales afirmaciones.

En cualquier caso, nos queda claro que seguir alzando la voz es el único camino para esclarecer los hechos alrededor de este y otros casos de violencia cometidos en contra de mujeres, niñas y adolescentes. Ya sean autoridades o medios de comunicación, nuestras voces se van a escuchar alto, nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio.

 

 

Autor

Leonor Rangel
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