Tras sufrir un accidente en motocicleta, en 2009, y luego de múltiples terapias físicas y de lenguaje, volvió a ponerse en pie e inició, desde hace seis años, un negocio de reparación de electrodomésticos en su hogar, dentro del Fraccionamiento Real de Peña, en Saltillo
En 2009, Felipe Rodolfo Montemayor de Hoyos sufrió un accidente a bordo de su motocicleta que lo dejó inmovilizado por poco más de tres años. Luego de múltiples terapias físicas, con las que aún continúa, volvió a ponerse de pie para seguir con su vida e inició, desde hace seis años aproximadamente, con un negocio de reparación de electrodomésticos en su casa, ubicada en el Fraccionamiento Real de Peña, en Saltillo.
«Duré dos meses en coma en Monterrey, me quebré la cabeza porque no traía casco, me quebré la clavícula, siete costillas en 21 pedacitos, la cadera y la cabeza del femur. Pase como tres años y medio en cama, mucha gente dice que hay que echarle ganas, pero no es nomás de echarle ganas, antes del accidente era de los católicos que nomás se persignan, van a fiestas y ya, pero después del accidente a alguien me le tenía que iniciar y me ayudó mucho a cargar todo el problema que tenía», platicó con El Heraldo de Saltillo.
Hace cuatro años Felipe se casó y dos años después se convirtió en padre de una pequeñita, ambos momentos invaluables en su vida le dieron la motivación necesaria para continuar con su proceso de rehabilitación al punto de que ahora, con ayuda de un andador, puede caminar y desempeñar su oficio para reparar microondas, planchas, abanicos, secadoras de cabello y estufas eléctricas, en su domicilio de la calle Jesús Gómez García 121, del referido sector, donde con gusto atiende a sus clientes de lunes a viernes, en horario de 9:00 de la mañana a 6:00 de la tarde.
Montemayor de Hoyos recuerda que antes del accidente trabajó para General Motors, donde tenía un sueldo que le permitía vivir cómodamente y darse ciertos lujos como la adquisición, en el año de 1998, de un Corvette que mantiene en su cochera. No obstante, en retrospectiva, asegura que con lo que sucedió ha aprendido a valorar aún más las cosas simples de la vida y a desarrollar su empatía hacia otras personas.
«Se empezó a correr la voz de que yo arreglaba cosas y ahorita lo único que queda es seguro adelante, según yo estaba en la cima del mundo, hablando con todos los dioses, pero no, tan mortal como todo el mundo. Fue un estironcito de orejas de Papá Dios, de decirme ‘bájale a tu soberbia y sé empático con la demás gente'», finalizó al agregar que para agendar cualquier revisión o reparación también se le puede enviar WhatsApp al 844 196 2873. (OMAR SOTO)
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