Nos encontramos celebrando un aniversario más de la Revolución Mexicana, hecho que significó un avance en la modernización del país y la obtención de derechos fundamentales para los trabajadores y campesinos, pero también fue una experiencia dolorosa y costosa en términos de vidas humanas, pérdidas materiales y tensiones sociales y políticas.
Aunque considero que, en materia política, me falta mucho por aprender y carezco de experiencia en esa carrera, como ciudadana he estado considerando diferentes pensamientos que en este día me gustaría compartir contigo:
Algunos de los detonantes de la Revolución Mexicana fueron:
La división social.
La falta libertad política.
El despojo de propiedades y garantías individuales.
La disminución de la calidad de la educación y la enseñanza.
La falta de libertad de expresión.
Me da la impresión de que en estos últimos años las condiciones se han estado repitiendo… ¿Casualidad o mera coincidencia?
Percibo que continuamos con los mismos ideales, pero en el momento presente, estos ideales se toman como excusa para perseguir objetivos personales bajo la máscara de la “igualdad” y de la “justicia”, teñidas de resentimiento y de confrontación, para no responsabilizarse del crecimiento educativo, económico y social de nuestro país.
Lamentablemente la falta de respeto, al parecer, se ha convertido en el estandarte de la nueva sociedad en la que nos desenvolvemos, y en donde la agresión y la difamación se confunden con un falso empoderamiento, confundiendo el abuso con el liderazgo.
Las crisis económicas y sociales se hacen cada vez más grandes y, de manera victimizante, se pretende justificarlas con un: “es culpa de los que estaban antes”, o de los emprendedores, o de los conquistadores.
Y me gustaría que en este día reflexionemos bajo un punto de vista imparcial en la siguiente pregunta:
Realmente, ¿qué estamos haciendo ahora para sacar adelante al país, para crecer, para cambiarlo?
Una de las frases del movimiento revolucionario fue: “La tierra es para quien la trabaja”.
Por desgracia, ahora se le premia a quien no trabaja y se quiere quitar más al que sí trabaja con la finalidad de generar “igualdad”, cuando la igualdad se da en la medida en que la educación y las condiciones para progresar se faciliten más a todos los ciudadanos, cuidando su entorno y sus condiciones de vida.
También se fomenta la desinformación con una cultura de división, de odio y de falta de valores. Independientemente de la manera en que decidas conducirte en tu vida personal, deben existir lineamientos claros en la manera en que nos conducimos como sociedad, en base a la ética y el respeto, y no en apapachar conductas irresponsables.
Una de las frases de Emiliano Zapata era: “Un buen gobierno sólamente puede existir cuando hay buenos ciudadanos”.
¿Estamos siendo buenos ciudadanos?… ¿Crees tú que sin ganas de trabajar, queriendo que todo se nos de sin esfuerzo y pretendiendo despojar a quien lo hace, promoviendo el odio y la división y restando importancia a la educación somos mejores ciudadanos? ¿Incluso mejor que los que había hace 100 años?
Al menos, en ese tiempo, los mexicanos se distinguían por algo: les gustaba mostrar educación, se sentían orgullosos de poder trabajar, progresar y contribuir a la sociedad; querían superarse y defendían su cultura, sus valores y su futuro. Grandes áreas de oportunidad que existen en la actualidad, ¿no te parece así?
En este día me gustaría que tomáramos consciencia de que la revolución que requerimos ahora en nuestro país es una revolución en la educación, tanto a nivel de conocimientos como a nivel social.
Quienes necesitamos cambiar somos las personas: los ciudadanos. Requerimos de una visión clara del futuro que queremos generar, bajo acciones que se lleven a cabo con respeto, cooperación y fundamentadas en los valores de vida que requerimos cultivar; y no dejar en manos de otras personas nuestra ideología, nuestro futuro y, como consecuencia, el futuro de nuestro país.
El día en que perdamos la capacidad de pensar y de cuestionar, será el día en que perdamos nuestra libertad.
Y cierro con la siguiente frase de Paulo Freire: “La educación no cambia al mundo, cambia las personas que van a cambiar el mundo”.
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