“Quién fue de joven tinaja”…
Este dicho no lo escuche de mi abuela, pero me parece que ilustra muy bien mi sentir ante la situación a la que me referiré en líneas sucesivas: “Quién fue de joven tinaja, es de vieja tapadera” El refrán que abordaré hoy, es por demás machista, pues se refiere a las mujeres como “livianas” y “alcahuetas”, mostrando estos “defectos” como exclusivos del género femenino.
Sin embargo, la relación que hace frente a una manera de actuar previa a la complicidad, refleja más el comportamiento general de la sociedad y la clase política de nuestro país.
A Laura, Arturo N la arrojó de un vehículo en movimiento, provocando su muerte. A Alejandra Rivas y su bebé de un año María José, las asesinó José Mariano padre de la pequeña; quién arrojó sus cuerpos en un terreno baldío.
Uno de éstos acontecimientos se dio en nuestra ciudad de Saltillo Coahuila, el otro, sucedió en Colima, ahora, las tres mujeres forman parte de las terribles estadísticas de 10 feminicidios diarios que se viven en nuestro país.
La tragedia de éstas familias, sólo se reconoce cuando los casos llegan a oídos de las colectivas de feministas y defensoras de derechos humanos que brindan acompañamiento y asesoría legal, pero los casos que no son denunciados y que no cuentan con personas que los hagan públicos, permanecen en el anonimato bajo un número de expediente o una carpeta de investigación más dentro de los juzgados y las fiscalías.
Esto sucede porque en México, las autoridades siguen abordando a las víctimas, sobrevivientes y familiares sin perspectiva de género y porque las mismas autoridades forman parte de la cultura machista que origina la violencia contra las mujeres.
El problema es que se sigue brindando acceso al poder a sujetos que cuentan con denuncias previas de acoso, conductas machistas y misóginas y en las que, no se hace nada al respecto.
Porque los agresores cuentan con una red de apoyo al interior de los partidos, las instituciones y las esferas más altas del poder.
Si la familia de Laura, aquí en Saltillo, guarda silencio acerca del feminicidio de su hija, es mucho más difícil que accedan a la justicia y como lo saben, convocaron a medios y a la sociedad civil para exigir la resolución del caso de Laura. Pero ellos no deberían estar exigiendo el cumplimiento de algo que por derecho les corresponde; el derecho a una vida libre de violencia y el acceso a la justicia para todos los ciudadanos.
En un Estado de Derecho donde se debe exigir a las autoridades, mediante éstos actos, el cumplimiento de sus deberes queda más que claro que ya no existen ni el Estado ni el derecho como figuras que componen el aparato regulador del sistema social.
La ciudadanía está sola, ya no cuenta con nadie que medie entre la ficción jurídica del Estado y sus instituciones, pues los servidores que deberían salvaguardar al pueblo, se encuentran más ocupados “tapándose” los unos a los otros y solapando su mal comportamiento.
A la clase política de este país, debería darle vergüenza seguir impulsando las carreras de personajes que a todas luces, se muestran como agresores de mujeres, pero como esto no ocurre y por el contrario, se muestran muy comprometidos con los mismos, sólo me dan a mal pensar qué “quien fue de joven tinaja, es de vieja tapadera” y por lo tanto, si defienden agresores, es porque están de acuerdo con éstas prácticas, las solapan y las secundan.
Por ello, el acceso a la justicia para las víctimas de violencia machista es un verdadero víacrucis, pues todas las personas que deberían velar por los derechos de la ciudadanía se encuentran ocupadas manteniendo el pacto patriarcal que les permite seguir violentando desde el poder público.
Sí no es así, entonces, ¿porqué se permitió a Luis Alberto Alcocer Anguiano acceder como Titular del Órgano Interno de Control del Instituto Electoral de Quintana Roo, a pesar de las múltiples denuncias por violencia contra las mujeres?
Si seguimos con estadísticas de más de 10 feminicidios al día en este país, es porque “quién fue de joven tinaja, fue de vieja tapadera” y a los políticos no les importa aprender a tratar a las mujeres como ciudadanas.
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