Crece rechazo de celular en aulas

Monterrey, NL.- Katy se considera una mamá fuera de lo común cuando se trata de que su hija de 12 años tenga un celular inteligente, algo con lo que la mayoría de los niños en su círculo de amigos ya cuenta.

“A mi hija no le he dado yo un celular aún, a pesar de que ya la mayoría, si no es que todas las niñas y niños de su generación tienen uno”, comenta.

“Y no es que ella no me lo haya pedido, pero estoy luchando, lo más que pueda. Un día ganado (sin celular para ella) para mí es victorioso, porque sí que está fuerte la presión social”.

Su hija estudia en el American Institute of Monterrey, uno de los precursores de limitar los celulares en sus aulas. En 2018, este colegio, tras estudiar el impacto negativo del uso excesivo en las emociones, las conductas y la interacción social, comenzó a restringir los dispositivos en clases.

Este año, un grupo de papás de ése y de otros colegios regios se unieron a una tendencia global y crearon el movimiento “No Es Momento”, que busca que cada vez sean más familias las que se comprometan a facilitar un smartphone a sus hijos a partir de los 14 años.

“Me parece padrísimo que cada vez seamos más los que estamos esperándonos un poquito más para darle celular a los niños”, expresó Katy. “Entre más seamos es mejor, porque es mucho más fácil decirle a un hijo que no al celular, si al resto de los amigos también les dicen que no”.

EL NORTE publicó en junio que 34 colegios de la Ciudad apoyaban este movimiento familiar que promueve una vida sin smartphones hasta los 14 años, y sin redes sociales hasta los 16.

La principal inquietud de muchos padres, de comunicarse con sus hijos en caso de emergencia, puede ser resuelta con un celular básico que sólo llame y envíe mensajes de texto.

Para este septiembre, a unas semanas de haber iniciado el año escolar, se contabilizan 116 centros educativos firmantes que se han comprometido a promover este acuerdo en sus comunidades educativas, tanto de Monterrey como en otras ciudades del País.

Hay colegios que, tras analizar el fenómeno, han optado por prohibir el celular en sus espacios, pero queda a decisión de los padres el que la restricción se extienda al hogar u otros lugares donde el niño pasa el resto del tiempo.

Para este compromiso, los papás firman un acuerdo en el sitio: www.movimientonoesmomento.com.

Hasta este 25 de septiembre, esta página señalaba que los padres de mil 720 niñas y niños se han unido a la restricción total.

“Buscamos promover y fomentar la conexión humana, el juego libre y la disminución del tiempo que pasan en pantallas”, indica el sitio. “No es la única manera de hacer las cosas, pero sí es una opción. Si piensas igual que nosotros, ¡únete!”.

Problemas de comportamiento, como déficit de atención, aumento de agresividad, disminución de la interacción con el entorno, trastornos del sueño, problemas de visión y mayor riesgo de obesidad, son asociados a altos niveles de uso de teléfonos inteligentes desde una edad temprana.

TENDENCIA GLOBAL

La prohibición en algunas ciudades llega de sus gobiernos.

En julio de 2026 entrará en vigor en California el proyecto de ley 3216, que exige a los distritos escolares adoptar una política para limitar o prohibir el uso de teléfonos inteligentes por los estudiantes mientras estén en la escuela.

Situaciones similares hay en Florida, Indiana, Ohio, Carolina del Sur y Louisiana.

Alrededor del mundo, hay sistemas educativos que se están uniendo a la recomendación de la UNESCO de prohibir los celulares, “ya que distraen a los alumnos y repercuten negativamente en su aprendizaje”.

Los beneficios de reducir el uso de un celular en la escuela son varios, cita el San Roberto International School, que tras un año de análisis y estudio, en agosto comenzó la política de “No celular”.

Van desde incrementar la concentración en el aprendizaje, mejorar las habilidades de comunicación personal, reducir el ciberacoso, apoyar la salud mental y mejorar el control del aula, hasta promover la actividad física y proteger la privacidad.

“Se mandó (información) durante el verano para ir preparando a los papás e invitándolos a leer y familiarizarse con los beneficios potenciales de dejar el celular en casa”, dijo Hortensia Prieto, directora del San Roberto.

En las escuelas públicas, las situaciones son muy variadas y van desde las escuelas donde el acceso a un teléfono es difícil, hasta las que cuentan con la infraestructura tecnológica.

La Secretaría de Educación de Nuevo León no prohíbe los dispositivos móviles, sino que los condiciona a un uso pedagógico, pero sí hay centros educativos en donde el reglamento los prohíbe totalmente.

Otras escuelas, como la Secundaria Jaime Torres Bodet, al sur de la Ciudad, aprovechan el otro lado de la tecnología, y utilizan los teléfonos para actividades de los estudiantes en diferentes plataformas como Google Forms y Kahoot.

“El celular es ya como una calculadora, una brújula, una grabadora de sonidos”, dijo Carlos Orozco, director de esta secundaria. “Tenemos siete años utilizándolos sin incidentes mayores”.

Héctor Hernández, investigador y director de la Primaria Gral. Francisco Naranjo, refirió que la UNESCO también ha mencionado que las escuelas deben responder a que las nuevas generaciones son audiovisuales, y el uso correcto de estos dispositivos es parte de las habilidades para la vida.

“Hay asignaturas que podemos complementarla con aplicaciones para desarrollar aprendizajes. También hay otras asignaturas que tienen que ver con el desarrollo de la corporeidad, la motricidad, como son las clases de educación física o artísticas”, indicó.

POR SALUD MENTAL

Investigadores de la Johns Hopkins University señalan que detrás de la prohibición de celulares en las escuelas en Estados Unidos está la protección a la salud mental de los niños y jóvenes.

Cada vez más investigaciones sugieren que el uso de teléfonos inteligentes puede estar alimentando la crisis de salud mental entre los jóvenes del país y generando problemas en las escuelas, que van desde una disminución de la capacidad de atención hasta una falta de participación en el aprendizaje y un desarrollo socioemocional bloqueado.

“Lo que muestra nuestro estudio (y la mayoría de las investigaciones) es que las personas con tasas más altas de depresión tienden a usar más las redes sociales”, explicó Carol Vidal, psiquiatra de niños y adolescentes del Centro Infantil Johns Hopkins.

“Eso no significa que uno cause el otro. Simplemente significa que las personas que usan mucho las redes sociales o tienen un uso problemático de las redes sociales también tienden a estar más deprimidas”. (AGENCIA REFORMA)