COMPETENCIA Y COOPERACIÓN

 Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.

 Ciudades, adaptación climática y planeación transversal

 Por: M.C. Gabriela De Valle Del Bosque

El cambio climático ya no es solo un problema lejano que tiene que nos hace pensar en el deshielo del Ártico. Hoy, las personas perciben los impactos directamente en sus ciudades, sus hogares y en sus vidas. Las lluvias intensas que vivimos en días pasados en Saltillo son un ejemplo de los efectos locales del cambio climático, similares a los que enfrentan muchas ciudades del país. Inundaciones, olas de calor y sequías son fenómenos cada vez más intensos y comunes.

En este contexto, las ciudades que logren una mejor adaptación climática serán las que mantendrán su competitividad. La adaptación no solo implica prepararse y enfrentar los desastres naturales, sino también asegurar que los sistemas económicos, sociales y ambientales puedan seguir siendo productivos y sostenibles. Aquí entra en juego la planificación urbana con criterios de acción climática, es decir, diseñar las ciudades teniendo en cuenta tanto el cambio climático como los riesgos asociados.

Pero ¿qué hacer cuando la ciudad ya está así? Cuando ya hay fraccionamientos donde no debía, márgenes de arroyos construidos, arroyos usados de tiradero de residuos de construcción, escurrimientos pluviales desviados por grandes obras, encharcamientos en las vialidades y vulnerabilidad por todos lados.

Evidentemente esto es resultado de una larguísima historia donde ha faltado orden, transparencia y, sobre todo, planeación urbana. Hacia atrás nada se puede hacer, pero para ese es el desafío mayor para la gestión municipal. Saltillo necesita fortalecer, más bien, entender que la planeación debe ser integral; las direcciones de áreas clave, como desarrollo urbano, obras públicas, medio ambiente, protección civil e IMPLAN deben coordinar sus decisiones y acciones, impostergablemente, desde la planeación, no solo ante contingencias.

Las decisiones de cómo y hacia donde crece una ciudad, se deben basar en instrumentos y herramientas actualizadas, con procesos transparentes, basados en una sólida y clara normatividad, que considere también sanciones ante incumplimientos. También considerar la capacitación y profesionalización de quienes toman esas decisiones técnicas es imprescindible.

Es esencial que las ciudades implementen un enfoque integral para gestionar los riesgos climáticos. Cada dirección municipal debe colaborar para diseñar soluciones locales y cotidianas, considerando el cambio climático en todas sus decisiones: desde los estudios técnicos justificativos que respaldan los proyectos, las autorizaciones de cambio de uso de suelo, licencias de construcción de grandes y pequeños desarrollos, diseño de infraestructura vial, hasta la creación de espacios públicos.

La adaptación y la resiliencia no deben quedarse en conceptos abstractos; deben traducirse en acciones concretas. Cada área municipal debe incorporar criterios de adaptación climática en sus decisiones diarias. Desde la construcción de infraestructura, la recuperación de cauces y rehabilitación de arroyos, hasta la gestión de servicios, todo debe alinearse con una visión de ciudad resiliente y preparada.

Es momento de que los municipios asuman su responsabilidad en la creación de ciudades más resilientes, donde la planificación con criterios de acción climática se traduzca en beneficios tangibles para su ciudadanía.

Las ciudades que logren integrar esta perspectiva no solo enfrentarán mejor los desafíos del cambio climático, sino que también mejorarán su productividad, calidad de vida y competitividad. La capacidad de una ciudad para adaptarse y gestionar sus riesgos climáticos será clave para su éxito futuro.