Dicen que los lugares más ricos del mundo son los cementerios. Es aquel lugar en el que se encuentran todos los sueños que no se cumplieron, todas las fórmulas medicinales que pudieron curar una enfermedad, todas las obras literarias sin escribir, todos los “te amo” sin pronunciar, y todos los sueños extraordinarias que se quedaron ahí, enterrados en el eco de la eternidad… por no haberse atrevido a hacerlo.
Todos los seres humanos tenemos sueños, sueños que nos llenan de pasión al contarlos, o al recordarlos; sueños que son capaces de tocar nuestros corazones cuando los pensamos; quizá, sueños del pasado o anhelos por un futuro radiante. Y esos sueños, son los que nos permiten dar un paso nuevo, despertar a un nuevo mañana y conquistar las más grandes hazañas.
¿Cuál es tu más grande sueño? Si te dijera que, con una condición de salud perfecta, te quedan tres años de vida, ¿qué es lo que harías? No uno, ya que muchas veces el sentido de urgencia nos hace desperdiciar grandes oportunidades, pero ¿dos, o tres, o cinco?… Te aseguro que pensarías bien en qué vas a invertir tu tiempo y tus bienes para poder irte en paz, inundado en la plenitud y el agradecimiento por este maravilloso viaje.
¿Qué es lo primero que harías? ¿En qué invertirías tu tiempo? ¿A cuál persona buscarías?
Los humanos nos perdemos… nos perdemos en la rutina del día a día, sin recordar que, haciendo lo que nos corresponde hacer, podemos llenar de magia cada momento, hacer una acción para que cada día, pase lo que pase, haya valido la pena; y nos vayamos a la cama con la sensación de estar viviendo la mejor vida que tenemos con los recursos y las actividades que realizamos.
Si hicieras un recuento de todos los sueños que tenías cuando eras niño, ¿cuáles serían? Tal vez quería ser superhéroe, o salvar al mundo, o vivir un gran amor, o vivir en un lugar extraordinario, o tener un superpoder… Y, reflejando esos sueños en el aquí y el ahora, ¿de qué manera te encuentras realizándolos? Quizá salvas al mundo con tu sonrisa, con tu consejo amable, o con algún trabajo que facilite al mundo. O tal vez estés entregado al amor a tu familia, o a ese trabajo que tanto te gusta, o a tus ideales. O tienes el superpoder de encontrar soluciones, de integrar nuevos conocimientos, o de dirigir un equipo de trabajo…
Y si hicieras un recuento de tus sueños de la adolescencia, y del adulto jóven, y de quién ya eres, ¿cómo vas con esos sueños?
Dicen que hay tres enfermedades imperantes en la actualidad: el estrés, la depresión y el miedo. Y yo me atrevería a sostener, que más que el título, todas se refieren a la misma causa: la ausencia de sueños. Una persona que va tras sus sueños, tal vez tenga momentos de dificultad, pero su ideal y el valor que quiere generar con alcanzarlo, mueve lo más profundo de sí para levantarse, generar, resolver y actuar. De la misma manera, una persona que tiene miedo, pero que sabe que lo que le espera en el futuro es mucho más grande que el panorama áspero que puede ver en el momento, se atreve a desafiar monstruos y bestias salvajes con la finalidad de conseguir el más grande anhelo de su corazón. Lo que nos sucede es que, en vez de retos, vemos como obstáculos las oportunidades; y se nos olvida que, al vencerlos, seremos más fuertes y estaremos cada vez un paso más cerca de alcanzarlos.
Los coaches somos constructores de sueños, y acompañamos a las personas a construir su futuro con las piezas que hay en el presente y con los recursos del pasado, para que puedas vivir una vida que, cuando te toque partir, lo hagas lleno de gratitud, disfrutando de tu viaje y con la paz de que te transformaste en la mejor versión de ti. Y a que tus acciones vayan en el sentido que te da aquello que más anhelas y que más valoras: la vida de tus sueños.
En este día, te invito a que conectes con esos sueños, con aquello que haría que todo fuera diferente. Y a que te atrevas, aunque sea con miedo, a vencer tus limitaciones, y puedas darte el regalo más grande: el de generar el cambio que hará que tu vida se llene de vida, y tu pasión de horizontes radiantes. Y si lo deseas, yo puedo acompañarte…
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