Me causa conflicto siempre que voy al Banco a realizar cualquier trámite, porque ya sé que me voy a tardar una eternidad, verá porque lo digo, tomo mi turno, soy la segunda en llegar pero hay un problemita, no soy cliente preferente, antes de mi número, hay un número preferente, no me explico ¿cómo y en qué un momento?, llegan de repente seis personas que tienen la fortuna de ser clientes preferentes, esa situación me manda automáticamente al final de la fila, ya se imaginará el tiempo que demoro en el Banco. No hay más remedio que tener paciencia. Lo positivo de esta situación, es que me permite escuchar la conversación de los usuarios, siempre y cuando vayan acompañados por alguien.
Así fue, como escuché a dos mujeres comentar sobre lo que estaba viviendo una amiga mutua: “Pobre Carmen ya se quedó sola. No sé qué va a hacer ahora sin marido” la compañera contesta “y los hijos ya casados, pobrecita tienes razón va a estar sola”. Omito lo demás. Este hecho me llevó a pensar, ¿Hay que tenerle miedo a la soledad? No cabe duda de que un tema que causa controversia en nosotros, esa ausencia de compañía por decisión o por las circunstancias de la vida. La soledad ha sido una gran protagonista a través de la historia de la humanidad, es considerada como una emoción que vivimos las personas a través de nuestra existencia.
Recordé que es representada en todas las expresiones artísticas, por ejemplo: en la poesía con el bello poema de Gabriela Mistral “Yo no tengo soledad”; en literatura, el libro de Paul Auster “Viajes por el Scriptorium”; en la pintura de Edward Hopper “Autómata, 1927”; en la música con Sound of Silence de Simon & Garfunkel, o en el cine “Her” del director Spike Jonze. También es expresada en los dichos populares, donde se muestra a la soledad desde muy diferentes maneras de percibirla, desde lo positivo o lo negativo: “La soledad no es tan triste, hay quien la disfruta”, “Esta mi soledad, es mi momento de crecimiento”, “la soledad es la mejor compañía”, “La mejor de todas las vidas es la de una ocupada soledad”, “La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes”, “La soledad nos da el placer de una buena compañía: la nuestra”, “La soledad es la peor enfermedad”, “La soledad es la enfermedad en la cual pensamos que somos los únicos que la padecemos”, “Uno se encuentra en la soledad con la tristeza”. “La fama siempre trae soledad”. No cabe la menor duda, las personas interpretamos a la soledad según nuestra percepción como crecimiento o tragedia y como vivimos.
Lamentablemente no nos prepararnos para estar solos, si la asimilamos de manera negativa nos puede causar graves problemas desde los psicológicos hasta los físicos: como depresión, baja autoestima, ansiedad, inmovilidad física, debilitamiento del sistema inmunológico, descuido en la alimentación que nos pueden provocar diferentes enfermedades y complicar aún más esta situación. Es importante vencer el miedo a la soledad. Sobre todo, tenemos que entender la diferencia entre estar solo que es la ausencia de compañía, o sentirse solo que es la ausencia de interés, invade la tristeza, la inactividad, apatía por la vida a pesar de tener compañía.
Es una ironía que venimos a este mundo solos y solos nos vamos a ir, por ello, no hay que temerle, los psiquiatras recomiendan que, para evitar sentirnos solos, es necesario estar dinámicos, buscar actividades que nos interesen y causen alegría realizarlas. Conservar a los amigos, integrarnos a grupos afines a nosotros, aprender nuevas disciplinas, realizar trabajo comunitario, hacer ejercicio, cuidar nuestra alimentación. Para no caer en el miedo a la soledad debemos identificarla, reconocerla y enfrentarla, recuerde que la mejor manera de combatirla es estar activos, ya sea solos o en compañía de esta manera nunca le tendremos miedo a la soledad.
Autor
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Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
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