CÁPSULAS SARAPERAS

La venta de vino en la cárcel

En esta ocasión te platico de un negocio, bueno, en realidad no es sobre alguna tienda establecida, mucho menos de un restaurante, pero sí de una actividad no tal legal en la cual un Saltillense intentó pasarse de vivo con la autoridad, y esta historia que te platico sucedió por la madrugada del viernes 6 de julio del año no tan lejano de 1956.

El calabozo, la mazmorra, el bote, el tambo, ¡vaya¡, la cárcel municipal, estaba ubicada sobre la calle de Bravo esquina con Aldama, precisamente atrás de donde estaba la Presidencia Municipal de nuestra hermosa ciudad de Saltillo, lugar en el cual aquellas personas que hacían sus desmanes pasaban la noche en unas instalaciones con olores nada agradables, sentadas o bien acostadas en el frío del cemento.

Cuando se entraba a las instalaciones, al pasar la puerta se recorría un pequeño pasillo. Del lado izquierdo se encontraba el Ministerio Público y del lado derecho estaban las celdas de la cárcel. Por cierto, la dirección de tránsito estaba sobre la calle de Aldama.

Esa noche de la que te platico, Jesús López Rodríguez, quien trabajaba en la agricultura y en la venta ilegal del alcohol, se apersonó en las instalaciones de la cárcel municipal, siendo sorprendido por el comandante Santana Jiménez cuando intentaba meter bebidas espirituosas a la cárcel. Según la crónica que leí, Santana, de quien por cierto se tienen referencias de ser un temible agente de la ley, vio muy sospechoso a Jesús López, por lo que le llamó para ser interrogado. Después del interrogatorio, el cual podemos imaginar que no fue nada tranquilo ni agradable para el introductor de vinos a la cárcel, aceptó en primera instancia que efectivamente desde hace algún tiempo se dedicaba por las noches, después de su trabajo en el campo, a vender vinos a los presos. Sin embargo, al rato cambio su versión, asegurando que solamente le llevaba unos encargos a varios amigos suyos que estaba calentando cemento.

Esta historia de un comandante muy temido, de un campesino que vendió vino dentro de la cárcel y de algunos detenidos quienes compraban el vino estando en la cárcel sucedió aquí en nuestra hermosa ciudad de Saltillo.

 

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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