Guadalajara.- Al dolor de la desaparición de sus dos hijos en diversos hechos, María de Lourdes Ruiz Bravo le suma las fallas de la Fiscalía y del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses y los problemas de su nieta, de la que se hizo cargo tras las desapariciones.
El primero que desapareció fue su hijo Marcos Alejandro Maldonado Ruiz. Se lo llevaron por la fuerza de su trabajo el 22 de julio de 2015; MURAL publicó en su momento que él laboraba en una llantera sobre la Carretera a Chapala, cerca del ingreso a Los Olivos.
La madre acusa que la carpeta de investigación por la desaparición de su hijo estuvo perdida seis años y siete meses; ella acudía a preguntar y no le sabían dar explicaciones.
«En la Calzada (Independencia, la sede de la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas) todavía hasta con una risa sarcástica, me dijeron que si de veras había levantado yo alguna denuncia.
«Entonces yo dije, bueno, ¿de qué se trata? Están violando los derechos del desaparecido, están violando mis derechos, las humillaciones que uno recibe», narró la buscadora.
A su hija, María de Lourdes Maldonado Ruiz, se la llevaron por la fuerza en su domicilio el 20 de agosto de 2020, en el Fraccionamiento Los Agaves, en Tlajomulco de Zúñiga.
«Ella estaba con su niña de 8 años, que apenas iban a comer, cuando llegaron y le tocaron la puerta y se meten a la fuerza y ahí ya se la llevan, delante de la niña.
«Delante de la niña estuvieron tirando, buscando droga y ella les decía, busquen todo lo que quieran, llegaron a un lugar equivocado. Aquí no tengo drogas, ustedes busquen, pero (les pedía) que no asustaran a la niña», recordó lo narrado por su nieta.
Cuando María de Lourdes acudió a declarar a Fiscalía por esta desaparición, se enteró que en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses no encontraban la muestra de ADN que le habían tomado a ella desde agosto de 2015.
La muestra era para que la confrontaran con los cadáveres que entonces había en la morgue y los que después fueron hallando, para detectar si alguno de los cuerpos correspondía al de su hijo.
A lo largo de 5 años ella estuvo solicitando confrontas con los diversos hallazgos realizados en cinco años y los forenses le decían que sí estaban haciendo esas confrontas.
«Hasta cuando desaparece ella se dan cuenta y me dicen que nunca estuvo en el sistema, entonces cinco años de estar también desaparecido el ADN, digo entonces ¿con quién estamos tratando? ¿A quién nos acercamos para que de veras hagan su trabajo como debe de ser?», preguntó.
Actualmente, María de Lourdes ayuda a otras madres y familiares de personas desaparecidas a reconocer sus derechos y saber qué trámites deben hacer. Lo hace a través del Colectivo Luz de Esperanza, pues ella es una de las fundadoras.
Que abandone el Estado
En su búsqueda de seguridad ante el Mecanismo de Protección para personas defensoras de Derechos Humanos, a una madre buscadora le plantearon salir del Estado.
MURAL publicó que una integrante del colectivo Buscando Corazones en Jalisco había sido amedrentada en su casa tras una búsqueda en La Azucena, El Salto, entre el 18 y 19 de marzo.
Desde entonces, la buscadora envió oficios a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) con la intención de obtener apoyo para solicitar reforzar su protección, pues ya cuenta con un botón de emergencia que no sirvió.
En la CNDH le recibieron oficios y les dijeron que lo reenviarían a las autoridades correspondientes, pero también le propusieron sacarla de la Entidad. (AGENCIA REFORMA)
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