POR LA CONVERSIÓN DE UNA NARCOCULTURA HACIA UNA CULTURA DE LA VIDA

La paz es posible, exijamos a los ejecutivos federal y local que asuman la responsabilidad de gobernar y no solo la de buscar la temporal y egoísta popularidad

 La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) pidió que en todas las misas a celebrarse el domingo 17 de marzo, quinto domingo de Cuaresma, los fieles se unieran a una misma petición con carácter nacional.

En su petición dicen los obispos: “¿Qué país es éste que se ha acostumbrado a la muerte cotidiana, a la corrupción, a la impunidad, y al fracaso de sus instituciones? ¿Cómo nos convertimos en esta sociedad que tolera y se resigna al miedo, egoísmo e indolencia; a la ineptitud de sus gobernantes y al relacionarnos haciendo daño?” (Agenda Nacional de paz).

Por su importancia y lo que propone a toda la sociedad, no solo a los creyentes, transcribo esta petición que tiene carácter histórico en el momento que vive el país.

– Invitación general

Oremos por la conversión de una narcocultura hacia una cultura de la vida, hacia la Civilización del amor.

– Oración de los fieles.

Se responde: Roguemos al Señor.

  1. Por todos los bautizados que formamos la Iglesia, para que propiciemos el encuentro personal y comunitario con Cristo, experiencia vital y fundante de una fe experimentada en la vida cotidiana que anima la coherencia y el testimonio de Vida nueva, particularmente en los ambientes que vivimos.
  2. Por los que nos gobiernan, para que en medio de las situaciones complejas de ingobernabilidad en que vivimos, protejan y prevean de oportunidades educativas, deportivas y económicas necesarias para todos los ciudadanos, de tal manera que los más desfavorecidos no pierdan el respeto a sus propias personas que los hacen presa fácil de la narcocultura.
  3. Por los que lucran con la droga y la violencia, por aquellos que anhelan ser importantes y de respeto en sus comunidades, buscando llenar el vacío en que han vivido, para que acaben con esa explotación comercial que solo genera violencia familiar y social.
  4. Por todos los ciudadanos que tienen la posibilidad de votar en las próximas elecciones de junio, para que ejerzan este derecho, venciendo el pesimismo -principal aliado del populismo-, conscientes que fuera de la democracia no hay libertad, ni paz, ni progreso, ni civilización. Que seamos adultos, audaces y patriotas.
  5. Por quienes son víctimas de la narcocultura, fenómeno de diferenciación social que genera contraste entre tener poco y tenerlo todo, para que en medio de las manifestaciones que exaltan las hazañas de violencia y el crimen, que contradicen la paz y la nobleza de vida, se propongan auténticos valores que promuevan la dignidad de cada persona.
  6. Por todos nosotros, presentes en esta celebración eucarística, para que ante todo aquello que atenta contra la dignidad de las personas: la corrupción, la narcocultura, la explotación comercial y las vidas en exceso que exaltan el ego, inculquemos en el seno de nuestras familias todo lo que reconstruye y promueve la dignidad humana.

La Iglesia Católica alza la voz en los momentos más difíciles de la historia reciente del país. La paz es posible, exijamos a los ejecutivos federal y local que asuman la responsabilidad de gobernar y no solo la de buscar la temporal y egoísta popularidad.