A LA BÁSCULA

El día después del 8M

La activista Sandra Sierra Limones escribió recientemente en una de sus columnas, previo al 8 de marzo, que se acercaba la fecha y las mujeres estaban preparadas para marchar y que, sobre todo las jóvenes, rebasaban a las autoridades. El funcionariado femenino, mencionó, había sacado ya sus outfits rosas y morados y sus pañoletas. Mientras el funcionariado piensa cómo va a lucir, dónde acomodar las flores y a quién invitar que no fuera molesta o desagradable.

“Las mujeres, las comunes, las normales, las que vivimos el acoso callejero en los camiones, las que sufrimos el desdén del ministerio público, el ‘venga mañana’ para denunciar las agresiones, las que callamos el abuso sexual del jefe para no quedarnos sin trabajo, las que vivimos el infierno en los juzgados al pedir que los padres cumplan sus obligaciones alimentarias con los menores, estamos listas para, aunque sea un día, un solo día, exhibir la digna rabia.

“En época electoral, hasta las mujeres importamos: vamos a escuchar discursos bonitos, sentidos, hasta parecerán sinceros. Mujeres del poder y en el poder, ese día parecerán transparentes y hasta empáticas… Lo malo, es que después del 8 sigue el 9 y ahí se acaba todo… hasta el 25 de noviembre, cuando volvemos a instalar la parafernalia, los outfits y los discursos”.

Lastimosamente en esta ocasión esa previsión no sucedió ni siquiera durante el 8 de marzo, porque desde la mayoría de los gobiernos, como diría Sandra Sierra, le tienen más miedo a las protestas y a las marchas que a los feminicidios, y de diferentes formas no sólo no fueron empáticos, sino que en algunos casos fueron sumamente agresivos, violentos, con quienes se han visto obligadas a tomar las calles justamente para visibilizar la violencia de la que ancestralmente han sido objeto, golpeadas, mutiladas y hasta asesinadas.

Por dar un par de botones de muestra: Colima, donde se registraron actos de represión y desde el interior del Palacio de Gobierno lanzaron gases lacrimógenos a las participantes en los eventos del ‘Día Internacional de las Mujer’. La gobernadora Indira Vizcaíno, destituyó al subsecretario operativo de la Secretaría de Seguridad Pública tras revisar los videos, en los que no encontró evidencia alguna que justificara los actos de represión de los cuerpos policiacos.

En Zacatecas, unas 18 mujeres fueron detenidas y golpeadas por policías locales. La marcha había transcurrido de manera pacífica, pero al finalizar ésta, elementos del cuerpo antimotines empezaron a perseguir y detener a mujeres, a una de ellas incluso –se ve en imágenes que se hicieron virales-, la llevan a rastras del cabello, y semidesnuda al hacerle perder sus prendas de vestir superiores en el jaloneo en el que intentó evitar ser detenida.

Entre las agredidas y detenidas, iban dos menores de edad y dos periodistas. Colectivos de mujeres, responsabilizan directamente al gobernador David Monreal de ser el responsable de los actos represivos, y han exigido la renuncia de las y los policías responsables de la agresión y detención de las mujeres, así como de Arturo Medina Mayoral y Rodrigo Reyes Muguerza, titulares de las secretarias de Seguridad y de Gobierno, respectivamente.

En tierra de ‘machitos’ contra las mujeres indefensas, pero donde se abraza cordialmente a los delincuentes a los que no se les combate, el mandatario estatal no ha dado la cara, aunque si tuviera una pizca de vergüenza y dignidad dejaría el cargo, como muchos lo sugieren. Pero eso no va a suceder, es un Monreal.

En la Ciudad de México, el dueño de los símbolos patrios de nuestro país –se ha apropiado del Palacio Nacional y de nuestra Bandera Nacional-, decidió y ordenó que el día de la marcha de las mujeres, otra vez la asta bandera luciera ‘pelona’, sin bandera, al igual que lo hicieron el día de la Marcha por la Democracia. El rey en su palacio decide a quién sí y a quién no le permite tener ondeando a nuestra enseña patria en sus eventos.

Las expectativas de muchas mujeres de que encontrarían empatía entre los gobiernos, o por lo menos tolerancia durante el 8 de marzo para poder realizar las marchas y los mítines con motivo del ‘Día Internacional de la Mujer’, no se cumplió. Quizá fueron demasiado optimistas en los tiempos en que el principal sello de la mayoría de los gobernantes es la intolerancia y la agresión, verbal o física.

La sugerencia o invitación a tomar su pañuelo y su playera morada para salir a marchar, “porque todas merecemos ser escuchadas, aunque sea nada más el 8 de marzo”, según Sierra Limones, en cada vez menos puntos del país se ofrecieron las condiciones de seguridad para que eso sucediera. En otros puntos quizá no se llegó a la agresión física pero sí se sufrió del acoso de las policías que en tramos importantes casi se metieron a la marcha y respirar sobre la nuca de las mujeres, en actos totalmente intimidatorios.

En otros como en Torreón, se cercó con vallas más de la mitad de la Plaza Mayor para que no pudieran acercarse siquiera a la escalinata. Eso sucedió el 8 de marzo que era ‘su día’, qué no estarán dispuestos a hacer el resto de los días del año las autoridades que se supone que están para protegerlas.

Reitero lo dicho por Sandra Sierra: le tienen más miedo a las protestas y a las marchas que a los feminicidios.

Pero ya estamos en plena época electoral, y en este periodo “hasta las mujeres importamos. Vamos a escuchar discursos bonitos, sentidos, hasta parecerán sinceros”.

 

laotraplana@gmail.com

 

X= @JulianParraIba

 

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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