COMO DECÍA MI ABUELA

 

No confundas la gimnasia

 Estos días suelen ser pesados. Mi abuela falleció un 11 de febrero y aún recuerdo cuánto me costaba levantarme de la cama. Dormía mucho, pero mal, estaba muy triste y sentía que nunca la iba a dejar de extrañar. En eso tuve razón. Pero eso no significa que tenga que seguir doliendo, las heridas sanan, aunque algunas dejen cicatrices. Hoy mi abuela es una hermosa cicatriz en mi corazón, la que me impulsa a escribir y nombrar aquello que otras no pueden o no están listas para hacer. Pero que algo no sea dicho, no quiere decir que no exista, ya lo decía mi abuela «no hay que confundir la gimnasia, con la magnesia».

Es muy distinto hablar de las categorías «sexo» y «género» como les mencionaba en la columna anterior, aunque existen corrientes que intentan disfrazar una cosa de la otra, entre mezclarlas y «confundir la gimnasia con la magnesia».

Hoy en día, se habla de una «identidad de género» que va más allá de lo biológico, si no, que es la autopercepción del individuo expresada por medio de conductas que se asocian a un género en específico.

Las personas que defienden esta corriente, señalan que cuestionar está identidad, es ejercer «violencia de género», discriminación y otras formas de abuso en contra del colectivo LGBTQ+. Aunque nadie me preguntó, es necesario para mí cuestionarme estas posturas, desmenuzarlas a la luz de la ciencia, entender su contexto y origen.

Si bien es cierto, la heterosexualidad obligatoria es la norma social por excelencia y por lo tanto se suele atacar desde las instituciones religiosas y políticas aquellas prácticas distintas a la heterosexualidad; también lo es, que no toda postura crítica es discriminación hacia los grupos que no se identifican con la heterosexualidad.

En el mismo orden de ideas, cuestionar la identidad sentida por alguien, no significa discriminación, mucho menos discurso de odio (como probablemente se señale a esta columna) porque no se está trayendo a la mesa si la persona tiene derecho o no a sentirse como le venga en gana, lo problemático y lo que de verdad nos ocupa es, con qué finalidad empezamos a desdibujar los límites entre las mujeres y lo que las hace ser mujeres (que no es otra cosa que su sexo) y empezamos a construir una masa amorfa con todo aquello que no es «hombre».

Nos estamos regresando cientos de años de evolución de los derechos de las mujeres para volver a definirnos por lo que no somos.

– ¿Qué es una mujer? Se le ha hecho está pregunta a diversos políticos al rededor del mundo. Quienes contestan que es aquella que nació hembra, se les acusa de transfóbicos, conservadores y biologicistas, mientras que, a quienes contestan «no sé» o «hay diferentes tipos de mujeres» se les aplaude y se les toma como «progres»

¿Acaso podemos llamar progreso a qué las mujeres deban renunciar a un combate para no terminar masacradas por una «mujer trans»? ¿Es progreso que una mujer sea violada por su compañera «trans» de celda? ¿Por qué se otorgan cuotas de paridad a mujeres trans u hombres que se auto perciben mujeres y no viceversa?

¿Por qué sigue cambiando lo que se considera socialmente una mujer, pero la imagen del hombre permanece inmutable? ¿Cómo puede un hombre, que creció en cuerpo de hombre y fue tratado como tal con sus privilegios, siquiera imaginar qué es ser mujer en una sociedad machista y patriarcal?

Ser mujer no es verte increíble en tacones y peluca, no es tener senos grandes y piernas torneadas.

Ser mujer es enfrentar todos los días una carga e imposición social porque -no eres hombre-, y seguir adelante porque no queda de otra.

Ser mujer, es vivir la violencia y aun así levantarte por las mañanas a luchar por ese espacio que merecemos, libre de violencia para todas.

Ser mujer, es saber que, aunque no quieran admitirlo, los hombres siguen viendo a las mujeres como un objeto o accesorio que pueden coleccionar… O inclusive prescindir de él.

Pero como diría mi abuela, «no confundan la gimnasia con la magnesia», saber andar en tacones no te hará vivir la experiencia de la Violencia contra las mujeres. (LEONOR RANGEL|EL HERALDO)

 

Autor

Leonor Rangel
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