LA OLVIDADA LEALTAD

Uno de los valores éticos significativos en la vida de los seres humanos es la lealtad, en las pláticas de café escuchamos “soy leal” “no tiene lealtad” “no conoce la lealtad” “ya no hay lealtad” “debería ser leal”.  Pero sabemos que significa realmente y la practicamos en realidad. La palabra viene del latín legales cualidad de ser aceptado por la ley; en el diccionario de la Real Academia Española hace referencia a “Que guarda a alguien o algo la debida fidelidad” significa fidedigno, verídico y fiel, en el trato o desempeño de un cargo, a la persona que es constante en el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él. La palabras leal y fiel van de la mano, una no existe sin la otra.

No cabe la menor duda que la lealtad es una virtud, ojalá las personas estuviéramos conscientes de ello, es tan fácil cumplir con el compromiso que adquirimos en completa libertad y por deseo propio, de esta manera lo debemos ejecutar a pesar de las adversidades, porque es una obligación moral. Por desgracia, esto ha quedado en el olvido, no se practica, la ausencia de lealtad está presente con la pareja, con los amigos, con los compañeros de trabajo, los jefes, líderes, en la política, en los equipos de todo tipo, en los partidos políticos, en las religiones, y demás contextos donde las personas nos desenvolvemos.

La lealtad se demuestra con el respeto por el otro, es honor, fidelidad, gratitud, honradez, nobleza, rectitud, honestidad, es un vínculo de confianza, es salvaguardar lo que creemos y en quien creemos. Cuando se quiebra la lealtad en las personas que nos rodean, se convierte automáticamente en un traidor, finge ser su amigo, colaborador, admirador, es normal que a sus espaldas, la persona hablé muy mal de usted, cuenta sus secretos a los enemigos, se ausenta cuando más lo necesita, no cumple con sus obligaciones, se quejan de todo lo que hace usted, resalta todos sus defectos, se justifica encubriéndose en una gran red de mentiras, no lo ayuda a superarse al contrario lo incita a cometer errores disfrazados de aciertos.

Lo apropiado es, que en cualquier situación que nos encontremos, nunca traicionar a las personas con las que consideramos tener un vínculo, cuando lo hacemos nos gana la presencia del ego, pensamos sólo en beneficiarnos nosotros acosta de lo que sea, queremos poder y nos vendemos al mejor postor, ya no nos interesa tener el mínimo respeto por esa persona.  La lealtad no pertenece a ninguna clase social, ni a una cuestión económica, mucho menos de inteligencia, es un compromiso con uno mismo, que yace dentro de las personas y que nunca olvidan su existencia y que sus frutos se saborean. Alguien comento que “la lealtad es el sentimiento más caro, no lo esperes de personas baratas”, porque ser leal se traduce en el grado de valentía de las personas, nos lleva por el camino recto, que es más largo, se presentan grandes obstáculos, pero es el que más satisfacciones da y a larga es el más seguro.

El problema de la sociedad es la constante práctica de la deslealtad, un antivalor que se magnifica y que en todos los medios de comunicación disponibles se difunde como una práctica normal, nos engañan diciendo que, para tener poder, fama, riquezas, entre otras, lo más idóneo es practicar la deslealtad, que significa traicionar, nos invitan a ser infiel, no tener gratitud, usar la mentira como bandera, a denigrar a las personas. Lo observamos en las conductas de celebridades, deportistas, profesionistas, no se diga en los políticos y sus partidos, en fin, en todos los ambientes de la sociedad.

Todos los días nos lamentamos, quejamos, estamos inconformes con los resultados de un comportamiento desleal, porque trae caos, desconfianza y miedo, pero ¿qué hacemos para revertir estos resultados? Recordemos que somos dueños de nuestro destino, nosotros decidimos que camino deseamos tomar, por ello, no hay que olvidad la lealtad, hay que practicarla diariamente en las pequeñas acciones que realizamos, el ejemplo es mejor maestro que mil palabras. Queridos lectores los invito a recatar la lealtad, ya lo decía Aristóteles “La verdadera felicidad consiste en hacer el bien”.

Autor

Susana Cepeda Islas
Susana Cepeda Islas
Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
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Susana Cepeda Islas
Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros. Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.