Tolstói ha muerto
“Hurgando en nuestras almas, a menudo desenterramos algo que debería haber estado allí sin ser visto”. León Tolstói.
El día en el que el mundo se enteró de la existencia del pequeño pueblo de Astápovo, ubicado en el en el centro-sur de Rusia, fue un 7 de noviembre (del calendario juliano ruso – 20 noviembre para el gregoriano) de 1910, justo el momento en el que fallecía el león de la literatura mundial: Lev Nikoláyevich Tolstoi. De su misteriosa desaparición inicial y posterior muerte, han circulado ríos de tinta desde entonces. Mi primer acercamiento al mito fue la magistral narración de Stefan Zweig, en el ya reseñado: “Momentos estelares de la humanidad”. Hoy regresamos de nuevo al tema, pero desde una perspectiva distinta, la del periodismo narrativo.
Los hechos conocidos nos llevan a un 31 de octubre de 1910 (calendario juliano ruso) en pleno invierno. Tolstói de 82 años, y ya para entonces renombrado escritor de fama mundial e ideólogo político y religioso, mantenía en preocupación constante tanto al Estado como a la iglesia. Huye de su casa y baja de un tren en la pequeña estación de Astápovo con la intención de morir libre y solo. A partir de ese momento, el cuarto del jefe de la estación, donde yace enfermo Tolstói, se vuelve objeto de atención mundial.
Vladimir Pozner, escritor y traductor francés de origen ruso, publicó “Tolstói ha muerto” en 1935, magistral obra de investigación sobre lo sucedido durante esa semana previa a la muerte del coloso literario, y para ello estructura el cuerpo del libro en dos tipos de capítulos, los primeros se denominan “drama” y narran en tiempo real los últimos días de vida de Tolstói y todas las implicaciones políticas generadas por el suceso documentadas a través de los mensajes de telégrafo originales de la época. La segunda parte se compone de “historia de un matrimonio” que cuenta la crónica de Tolstói y su esposa Sofía Behrs, a través de fragmentos de diarios, notas y documentos personales de ambos protagonistas. El libro nos presenta una mirada objetiva y bien documentada a uno de los momentos más interesantes de la historia, pues tal y como lo dijera el propio Tolstói: Toda la variedad, todo el encanto, toda la belleza de la vida está hecha de luces y sombras.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.
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