A LA BÁSCULA

Encuestas 

Durante muchos años, las encuestas y sondeos de opinión fueron una herramienta muy utilizada por partidos y políticos, principalmente en épocas con la actual, en que se avecinan elecciones, para irle ‘tanteando el agua a los camotes’, conocer los niveles de aceptación y proyecciones de intencionalidad del voto de parte de los electores, y dependiendo de los resultados modificaban o intensificaban sus estrategias.

Los gobernantes, las han utilizado desde hace muchos años para medir los niveles de popularidad entre los gobernados, utilizándolas como una especie de ‘espejito, espejito, dime quien es el más bonito’, sabedores que en mediciones de este tipo el resultado va en función de quien los patrocina.

De unos años a la fecha, sin embargo, dejaron de ser las herramientas confiables sobre todo en tiempos pre y electorales. Cada vez es mayor el número de casos en que los resultados al final de una lección, han quedado muy distantes de las proyecciones que se hacían, en algunos casos previendo triunfos arrolladores que no lo fueron, como el reciente caso del Estado de México; o en algunos otros como en Durango que presagiaban un triunfo de la candidata morenista Marina Vitela a la que le daban hasta 20 puntos de ventaja, y la realidad es que sufrió la peor de las derrotas en una elección para gobernador, por más de 15 puntos. Es decir, fueron 35 puntos de diferencia entre lo que se pronosticaba y lo que sucedió.

Las casas encuestadoras tienen que reinventarse si pretenden seguir siendo competitivas, creíbles y confiables. Los modelos que utilizaron durante muchos años dejaron de ser efectivos, por lo que deberá aplicarse en la búsqueda de nuevos métodos y formas de conocer lo que realmente piensan los electores, los ciudadanos.

De manera particular, me parece que, desde hace varios años, los electores mexicanos han alcanzado una madurez tal que ya no se deja manipular: Uno, se dio cuenta el poder que tiene su voto y aprendió para utilizarlo como un instrumento para premiar o castigar a políticos o a partidos, al grado de convertir las elecciones en una especie de ‘referéndum’ para calificar el gobierno del partido en el poder al momento de la elección, así sean elecciones municipales, estatales o federales. Los malos gobernantes reciben en las urnas el desprecio de sus gobernados si no supieron responderles a sus expectativas, o bien votan por el candidato del partido en poder, si el gobernante que va a ser reemplazado supo hacer un buen papel y dejó satisfechos a la mayoría de los ciudadanos.

Y dos: el ciudadano aprendió también a mentirles a los encuestadores, ¿Como que por qué tengo que decirles por quién voy a votar? Y si piensan votar por ‘equis’ dirán que lo harán por ‘zeta’. Muchas además, mienten cuando piensan votar en contra del partido en el poder, por temor a que les vayan a quitar sus beneficios, ya que los asustan con quitarles las becas a los adultos mayores, a los jóvenes o estudiantes –aunque a muchos de éstos últimos ni siquiera se las entregan-. Piensan que, si dicen la verdad, el gobierno de alguna forma se va a enterar y perderán los apoyos de los programas sociales.

Por ello como ciudadanos habremos de ser muy cautelosos en procesar la información que se nos ofrezca como resultados de encuestas, los que antes servían hasta como orientación del sentido que le daríamos a nuestro voto. No, de alguna manera hoy más que nunca debemos ser muy cuidadosos y escrupulosos en conocer a fondo a quienes aspiran a gobernarnos a partir de 2024 y tomar una decisión responsable, bien madurada, analizada y procesada.

¿Se acuerda usted que en las elecciones de 2012 muchos de los votos se otorgaron con base en la apariencia física de Enrique Peña Nieto? Y vea cómo nos fue. Seis años más tarde muchos de los votos se otorgaron con el hígado, con las tripas, debido al hartazgo que los ciudadanos contra los partidos que lo habían gobernado, PRI y PAN, y vea cómo nos ha ido.

Tenemos poco menos de un año para ir analizando y conociendo a detalle los perfiles de quienes pretenden gobernarnos el próximo sexenio. No lo hagamos por cuestiones banales como la apariencia física, pero tampoco votemos con las entrañas. Como ciudadanos, los mexicanos tendremos que ser más inteligentes que los partidos y los políticos.

Mientras, que ellos sigan creyendo si quieren en los resultados de las encuestas, pero nosotros como electores, debemos valorar que, si hemos aprendido a mentirles a las casas encuestadora, no tenemos por qué creerles los resultados. Inteligentemente debemos entender que no podemos crear al coco, y luego asustarnos con él.

El poder de nuestro voto, así sea un solo voto, es una arma poderosísima en una elección. Usémosla responsable e inteligentemente.

 

laotraplana@gmail.com

@JulianParraIba

 

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
Otros artículos del mismo autor