A LA BÁSCULA

El último y nos vamos

Este lunes se contabiliza como el primer día del último año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Faltan solo 12 meses para que el tabasqueño se marche a su rancho como ha prometido que hará una vez que termine su mandato. Para muchísimos mexicanos la cuenta regresiva transcurrirá lentamente y hay quienes dice que ya son solamente 12 meses…pero bajo el agua.

Lo cierto es que más allá de filias y fobias, entra a su último año con una popularidad que ya quisieran muchos haber tenido al inicio de su gobierno, por encima de los 58 puntos de preferencia en este momento, aunque habría que recordar que inició con arriba del 85 por ciento de la aprobación de los mexicanos. Por poner solamente una referencia, Enrique Peña Nieto terminó su mandato con apenas 24 por ciento de la aprobación de los mexicanos, y la mejor forma que los ciudadanos le demostraron su desaprobación, fue votando masivamente por el principal candidato opositor.

Las cifras de las encuestas suelen moverse de manera caprichosa, dicen los que saben, dependiendo de quien las haya pagado. De manera personal desde hace algunos años pienso que la gente ha aprendido a mentirles a las casas encuestadoras, por eso hay tanta disparidad entre lo que éstas registran, y lo que se presenta en la realidad, en los hechos. En el caso de las cifras presidenciales, de pronto me he atrevido a pensar que –como dicen los yucatecos- lo están ‘cultivando’, y podría al final no ser lo que hoy parece ser. No sé, tengo mis más serias dudas.

Esta fecha del 2 de octubre cuando empieza a correr el último año del gobierno lopezobradorista, caprichosamente coincide con la conmemoración del 55 aniversario de la histórica matanza de Tlatelolco, cuando en aquella fecha de 1968, militares armados entraron a la Plaza de las Tres Culturas para reprimir a los estudiantes, dejando oficialmente un saldo de 30 muertos, 70 heridos y más de mil 500 detenidos, aunque muchos a más de medio siglo de distancia siguen sosteniendo que fueron más de 300 las víctimas y refieren como argumento el hecho de que los cuerpos eran transportados en grúas.

La orden del ataque, dicen todas las versiones, fue dada por el entonces secretario de la Defensa Nacional, el general Marcelino García Barragán, abuelo paterno, por cierto, del hasta hace unos días secretario de Seguridad de la CDMX y actualmente aspirante a obtener la candidatura de Morena al gobierno de la capital de la República.

En aquél -como en el actual- momento, el Ejército Mexicano jugó un papel importante en la decisión presidencial, pero al final del día fueron los militares mexicanos –que diría AMLO son pueblo uniformado-, los ejecutores de la masacre.

Actualmente los militares mexicanos juegan también un papel importante porque se han convertido en el brazo derecho –y quizá hasta en los dos brazos y las piernas-, de muchas de las decisiones del presidente-. Hoy igual construyen aeropuertos, que refinerías o trenes; administran aduanas, operan aeropuertos, líneas aéreas, realizan tareas de seguridad pública y una larga lista de etcéteras.

El actual gobierno ha militarizado muchas de las actividades que deberían estar en manos de civiles, de políticos o administradores, y eso ha generado una honda y sustentada preocupación en muchos sectores en el país, pues lo advierten como un serio coqueteo a las fuerzas armadas para que se sientan comprometidos con el hombre, no con la institución o el país.

Decía el ex gobernador coahuilense Enrique Martínez y Martínez que en política hay que estar preparados para ser, para no ser, y para dejar de ser. Y López Obrador se preparó muchos años para ser –aunque al fin cuando llegó ya no supo para que quería ser-, pero hay muchos indicios que indican que no está preparado para dejar de ser.

En sus proyecciones para el 2024 él ve a Morena triunfador en las elecciones presidenciales, arrasando en el senado y la cámara de diputados, así como en las gubernaturas, y más de una ocasión ha dado muestras de que es un mal perdedor, no sabe perder, y es ahí donde estriba la preocupación de muchos. Ojalá en esta ocasión el Ejército guarde y mantenga su lealtad con el país.

Y no sé, pero yo sigo pensando que existe la posibilidad de que lo estén ‘cultivando’ con eso de las cifras de las encuestas, pero ya lo veremos. Por lo pronto, de que hemos entrado al último año de su gobierno, hemos entrado, y en calidad de mientras como dirían en mi pueblo: ¡el último y nos vamos!

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba

 

 

 

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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