Es alarmante como en nuestro país se propaga con gran potencia y rapidez la cultura gandalla entre todos los grupos que integran nuestra sociedad, recordemos que cuando nos referimos a la palabra cultura hacemos referencia al conjunto de conocimientos, valores, creencia, ideas, tradiciones, religión, moral, artes, y costumbres que se practican en un grupo, es decir, la idiosincrasia, el modo de ser de las personas, todo lo que es creado por el hombre es cultura. Por otra parte, de forma coloquial se utiliza en nuestro lenguaje la palabra gandalla, representa a las conductas abusivas que tienen malas intenciones, puede ser estas de abuso físico o de autoridad, siempre con un fin único: sacar ventaja de otros utilizando el engaño, para romper el orden social.
Por ello, es común, casi una norma que se utilice el refrán en varios ambientes de nuestra sociedad: “el que no tranza no avanza”. La mayoría de las personas prefieren escoger el camino fácil y rápido sin el menor esfuerzo, robando a otros y así transitar por la vida de manera tranquila y pensando que son los mejores, ¿esto que significa? Que prefieren la forma inmoral de alcanzar un objetivo, y lograrlo incumplen las reglas y así obtienen ventaja en cualquier situación, las personas hacen trampa para satisfacer sus instintos más bajos, es decir, por medio de conductas inadecuadas recurren a métodos ilegales para aprovecharse de sus semejantes, dañando, incomodando, aprovechándose.
Para hacer trampa se recurre al engaño, farsa, enredo, se asecha, intriga, insidia, y así podemos ir incrementado la lista de artimañas que se utilizan para lograr sacar ventaja en cualquier actividad o propósito que tenga el gandalla. Me pregunto ¿qué nos hace agandallar a nuestros semejantes? Nuestra falta de preparación, capacidad, ignorancia, miedo a perder, de principios morales, obviamente de valores, es apostar a ganar-ganar sin merecerlo y obviamente sin hacer el mínimo esfuerzo.
El ejemplo mejor de quienes practican una cultura gandalla son nada menos que nuestros políticos, se encargan de difundir este comportamiento, mandan todos los días el mensaje de lo bueno que es practicar la cultura gandalla. Hablan de democracia cuando practican el autoritarismo, el dedazo; hablan de erradicar la corrupción cuando no hay transparencia en sus programas; realizan encuestas amañadas con gran descaro y anuncian que se realizaron con honestidad; dicen que el dinero es malo, poseerlo es un pecado para población, pero no para ellos que presumen poseerlo; comentan que las adquisiciones que se hacen conforme a las reglas establecidas, cuando piden “moche”; ocupan grandes puestos gracias a las a “palancas” no a su preparación y experiencia; ellos son correctos dicen no a la “movida”, cuando en la realidad es todo lo contrario.
Los ciudadanos repetimos esta conducta gandalla, cuántas veces no le ha pasado que cuando va por la calle, si va en auto, está formado en la larga fila para incorporarse al periférico, lleva quince minutos avanzando lentamente y de repente un auto de la manera más burda se le mete, usted le hace ver su enojo por esa conducta vil y descaradamente el conductor saca la mano recordándole a toda su parentela. Espera detenidamente a ocupar un lugar en el estacionamiento y un auto se mete al lugar que está esperando y lo ocupa se baja del auto y sonríe pensando ¡me lo fregué! Hace fila para pagar la luz y llega una señora de manera sigilosa se introduce y paga la luz, al reclamarle lo insulta. Esta tranquilamente esperando su turno en el banco para que lo atienda un ejecutivo y llega de repente una persona con él y la atiende con el mayor descaro a pesar de la larga fila. En el trabajo usted presenta un buen proyecto y se lo apropia otra persona, en fin, son varios los ejemplos que puedo mencionar.
Es tarea de todos erradicar la cultura gandalla, porque daña considerablemente la convivencia de la sociedad, porque este tipo de comportamientos ayuda a sobrevivir en la sociedad al que mata de manera ventajosa, despoja, pisotea, se comporta de una manera indigna y pasa por encima de los derechos humanos, que se siente superior cuando comete sus atrocidades y nadie lo castiga al contrario lo festejan y alardea, las presume haciendo creer a los demás que su conducta es correcta. Ojalá que día a día crezca el número de habitantes que reprobamos este tipo de conductas nefastas que dañan nuestra convivencia.
Debemos fomentar y practicar en nuestro trato con los demás todos los días una conducta recta, donde se respeten a las leyes, a los semejantes, las pertenencias ajenas, entre otras conductas dignas, esto hace que nuestro comportamiento entre nosotros sea cordial, en paz, en confianza, compañerismo, solidaridad, porque si no lo hacemos ahora, dejaremos un mundo caótico a las siguientes generaciones creo que no es justo. Urge en la sociedad erradicar la cultura gandalla y fomentar la cultura del trabajo y el respeto, con líderes que nos den ese ejemplo y no lo contrario.
Autor
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Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
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