Un populista de libro de texto
El presidente López Obrador tardó catorce años en graduarse de la licenciatura de ciencia política en la UNAM. Parece que demoró tanto porque estudió a profundidad el fenómeno del populismo: sigue, básicamente, el libro de texto populista. Una reciente entrevista en la revista Nexos con la teórica italiana y experta en el fenómeno populista, Nadia Urbinati (y quien fue mi profesora cuando estudié en Estados Unidos), nos deja mucho que pensar sobre la situación política actual en nuestro país. Y sobre nuestro futuro también.
Comencemos por lo que podría ser una buena noticia: “el populismo no cambia el régimen. Es una forma de democracia, en cualquier caso”, dice la académica. El presidente López Obrador desconfía de la democracia indirecta o representativa, es decir, de las instituciones que funcionan como intermediarias entre la población y el Estado. Emplea, por lo tanto, la democracia directa o popular, comunicándose directamente con el pueblo – o con la parte del pueblo que lo apoya—. Sin embargo, mucho populismo termina por destruir la democracia: “La democracia misma está en juego porque un populismo crónico es propenso a terminar en autoritarismo”. Hasta ahora, no se vislumbra ningún candidato morenista con la personalidad para seguir implementando exitosamente la política populista del presidente López Obrador. Afortunadamente.
Pero, ¿cuándo nace el populismo? Cuando hay una crisis de representación política, pues el populismo “implica una forma directa de representación”. Los partidos políticos en México están comprensiblemente desgastados: no estuvieron a la altura de las expectativas populares y, peor aún, se distanciaron de quienes les dan vida. Por ello, no resulta raro que un movimiento —y no un partido político— haya llegado al poder tan abrumadoramente, y que su fundador haya arribado a la presidencia de la República denostando a toda oposición formal e informal, asumiendo la cuasi encarnación del pueblo mexicano. Los tres principales partidos de oposición se han tenido que unificar para ser competitivos, y de la mano de una persona que no milita en ninguno de ellos, y lo presume: Xóchitl Gálvez.
Sin embargo, “se necesitan partidos”, dice la doctora Urbinati. Inclusive Chávez “…se dio cuenta de que para contener y procesar la oposición creciente desde el interior de su propio movimiento necesitaba tener un partido”. El presidente de la República no ha transformado a Morena en un partido político: porque carece de una ideología coherente y no está construyendo cuadros partidistas. De esperarse, porque los populistas aborrecen los contrapesos políticos, inclusive si vienen de un partido político de su propia creación. ¿Se formalizará el partido de izquierda del país, o será un tigre de papel que morirá con su líder? Está en el interés del país lo primero.
O nacen nuevos partidos o se reforman los existentes si queremos seguir viviendo en democracia. El populismo lopezobradorista era de esperarse, y es una advertencia relativamente benigna: los hay peores. Nos recuerda la teórica italiana: “…de populista en populista, vamos a la dictadura, no a la democracia pluralista”. Aún estamos a tiempo.
fnge1@hotmail.com@FernandoNGE
Autor
- Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
Otros artículos del mismo autor
- OPINIÓN19 noviembre, 2024PLAZA CÍVICA
- OPINIÓN12 noviembre, 2024PLAZA CÍVICA
- OPINIÓN5 noviembre, 2024PLAZA CÍVICA
- OPINIÓN29 octubre, 2024PLAZA CÍVICA