Ciudad de México.- Las operaciones de mantenimiento de la paz de la Organización de las Naciones Unidas, cuya tarea es ayudar a los países en conflicto a crear las condiciones para lograrla no son proteccionistas, sino de intervención y han servido para los intereses de las hegemonías económicas, señalaron académicos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Durante la mesa de análisis 75 años de las operaciones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas. ¿Protección o intervencionismo?, organizada por el Centro de Relaciones Internacionales de la entidad académica, Héctor Herrera Capetillo indicó que estas acciones se rigen por tres principios:
Consentimiento de las partes en conflicto, imparcialidad y el no uso de la fuerza salvo en defensa propia o de la misión; sin embargo, no siempre han sido neutrales ni se han respetado, pues las misiones se han implementado sin la autorización de los involucrados.
Recordó que a partir de 1948 se han realizado 71 operaciones y aún persisten 12, las cuales acumulan aproximadamente 75 mil elementos, tanto de tropas como personal civil, en particular expertos. Estos procesos se vuelven un complejo escenario entre la hegemonía internacional que busca imponerse y la resistencia local.
El caso de las mujeres es significativo porque son quienes más experimentan los problemas durante y después del conflicto. Ejemplo de ello son las denuncias de abusos sexuales cometidos por las fuerzas de paz de Naciones Unidas, conocidas como cascos azules, “supuestos garantes de la protección; el número de agresiones sexuales, incluso reportadas por la ONU, ha crecido”. La paz sostenible solo es posible si se atienden las raíces del conflicto y disminuyen las desigualdades políticas, económicas y sociales.
A su vez, Irwing Rico Becerra puntualizó que es ingenuo pensar que las operaciones están libres de una cuestión económica o de una serie de intereses o necesidades estratégicas monetarias. Las acciones desarrolladas por contingentes militares de varios países están ligadas a la economía de guerra, elemento central en los despliegues militares globales en todo sentido, pero también en este tipo de intervencionismo por parte de Naciones Unidas.
Al hacer uso de la palabra, Sandra Kanety Zavaleta Hernández mencionó que la última y más larga operación en Haití –el país más pobre de América Latina y uno de los de menor desarrollo humano– denominada Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití inició en junio de 2004 con el propósito de apoyar un entorno seguro y estable, asistir al gobierno en transición, apoyar con programas de desarme, restablecer y mantener el Estado de derecho que fue coptado desde su independencia.
Sin embargo, ha vivido golpes de Estado financiados por Estados Unidos y las armas son introducidas por los países que buscan desarmarlo. Además, restaurar la seguridad pública y ayudar a la reconciliación nacional no puede realizarse desde las fuerzas militares multilaterales de más de 30 naciones que participan en la operación, como tampoco contribuir a la edificación del buen gobierno y a la promoción y protección de los derechos humanos.
En tanto, Adriana Franco Silva subrayó que el continente Africano ha sido excluido de los análisis internacionales, aunque ha jugado un papel central en el desarrollo de las relaciones internacionales, en particular de las hegemonías. En 2014, 56 por ciento de las operaciones de mantenimiento de la paz se realizaban en África, mientras que 80 por ciento del presupuesto y del personal estaban desplegados ahí, debido a esa idea de territorio vacío que debe ocuparse.
Apuntó que las economías de guerra que estas fuerzas han generado son redituables para intereses hegemónicos quienes vigilando estos territorios se han beneficiado de la extracción de riquezas estratégicas de la zona. Por ejemplo, China triplicó la presencia de sus fuerzas para el mantenimiento de la paz, cuyo objetivo es extraer algunas riquezas y asegurar ciertos intereses comerciales.
Las operaciones no buscan generar esa paz y en muchos casos, al menos en el continente africano, pretenden fomentar estas economías de guerra que son sumamente redituables para los países hegemónicos, comentó. (UNAM)
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