Con motivo del Día del Niño y la Niña, que se celebra el 30 de abril, enfatiza que padres y madres no deben dejarse rebasar por el fenómeno de las redes sociales
La mayoría de las ocasiones, niñas y niños que acuden a los consultorios de psicoterapia tienen problemas de conducta como rebeldía y agresividad, pero también depresión y ansiedad, destaca la psicoterapeuta infantil y profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, Rocío Nuricumbo Ramírez.
“Muchos infantes llegan a terapia por problemas como no levantarse a tiempo, pegar a sus compañeros en la escuela, no hacer las tareas o no poner atención en casa ni en clase. Pero a partir de la pandemia hemos observado un cambio en los motivos de consulta, pues además de los mencionados los niños se aíslan, ‘se cortan’, no están logrando gestionar de manera adecuada sus emociones, tienen una falta de integración social y pasan mucho tiempo en su recámara o jugando con dispositivos electrónicos”, abunda.
A propósito del Día del Niño y la Niña, que se celebra el 30 de abril, la especialista expresa que esas conductas generan dificultades en su desarrollo y en la integración a sus actividades regulares.
Nuricumbo Ramírez percibe un cambio drástico -a partir de 2004 cuando se inició en la consulta para infantes- en quienes ahora somos adultos y jugábamos en calles y parques de manera colectiva, y los niños de la actualidad que juegan encerrados en sus casas y de manera individual o remota.
“Algunos padres y madres de familia intentan una mayor socialización y los inscriben en actividades extraescolares, como algún deporte o taller artístico, pero esas son actividades estructuradas, muy distintas a salir libremente a jugar a la calle con otros niños”, recalca.
Este fenómeno de aislamiento crece al paso de los años, y se vuelve más significativo ahora que estamos en la era de los videojuegos y los dispositivos electrónicos.
“Una modalidad de socialización es que a veces se conectan con sus propios compañeros en línea y hacen juegos virtuales, pero el riesgo es que a veces no hay una supervisión adecuada de los padres y madres acerca de con quién interactúan, qué temas ven en pantalla y cuantas horas pasan con los dispositivos electrónicos”, refiere.
Lo deseable para la psicoterapeuta es combinar estas ocupaciones con otras que sean físicas y procuren mayor socialización real con más menores.
La socialización de hoy es distinta y está cambiando. Quizá ahora la realizan “de manera ficticia porque el proceso virtual no reúne todos los requisitos de un encuentro presencial. Los niños sí pueden establecer una conversación en línea y comentar sus inquietudes, pero no pueden evaluar muy bien a quién le están diciendo sus cosas, y eso los puede exponer a veces a compartir fotografías e información que lo puede poner en riesgo”.
Rocío Nuricumbo expone que los infantes que viven en ciudades tienen fácil acceso a internet y a otros dispositivos; caso contrario ocurre con los que habitan en el campo, quienes tienen escasa disponibilidad a videojuegos, aunque también requieren quedarse en casa por las altas tasas de violencia. Sin embargo, los de zonas rurales gozan de más vivencia física presencial y de explorar el medio ambiente.
Nuevas formas de interactuar
La universitaria abunda que el nivel de intimidad o privacidad que se logra es distinto. “Tenemos que irnos acostumbrando a la presencia cada vez mayor de estos dispositivos electrónicos, pero los adultos tenemos que supervisar qué se está generando a partir de este tipo de interacciones”.
De acuerdo con la experta, tenemos el reto de formar sociedades menos violentas y más armónicas para las nuevas generaciones que hoy ven truncado su desarrollo social y tienden a replicar la violencia que viven.
“La agresividad es algo que todos los seres humanos tenemos en nuestro repertorio, tiene una función vital. Pero la violencia es un paso adelante, y ya no tiene en cuenta la sensibilidad del otro y el efecto que tienen nuestras reacciones en otras personas, por lo que puede tener una explosión más intensa donde el niño no se logra hacer cargo de las consecuencias de sus actos porque no las dimensiona de manera adecuada”, describe.
La especialista recomienda a los menores disfrutar esa etapa de su vida, que no traten de adelantarse a ser adultos y busquen ser atendidos y escuchados por sus padres, maestros y pares. En el caso de los padres y madres, no dejarse rebasar por el fenómeno de las redes sociales y los dispositivos electrónicos, además de responsabilizarse para tener más información sobre las nuevas formas de información y comunicación. (UNAM)
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