La orden fue clara desde el palacio presidencial: demostrar que la mayoría de la población está de acuerdo con las decisiones de este sexenio, convocando a una marcha que nombra “por la soberanía energética”, la cual no tuvo los resultados esperados, como es su costumbre el presidente mintió nuevamente al declarar que los que asistieron a la marcha: “Es un pueblo entero dispuesto a hacer valer sus derechos, ejercer a plenitud sus libertades. No es un grupo de acarreados que no saben a qué van o a que los llevan”. Obviamente en la concentración se vio con gran desvergüenza como se repartían las tortas, el dinero, como se pasaba lista entre los asistentes, y el mundo de camiones de acarreados de todo el país. La Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México estimó que acudieron a la marcha un aproximado de 500 mil personas, sin embargo, se apreciaba en las imágenes que no lograron llenar el zócalo, en cambió esta Secretaría contabilizó el 26 de febrero en la manifestación en defensa del INE a sólo 10 mil personas.
Lo indignante fue como durante la marcha un grupo personas, pateó, maltrato, insultó, ultrajó y quemó una gran piñata con la figura de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Norma Lucia Piña, todas estas acciones son gracias a los mensajes que envía el poder Ejecutivo donde ataca de manera despiadada al poder Judicial, no entiende el Ejecutivo que no es sano en una democracia fomentar el odio, la división, es evidente la antipatía que siente por la Magistrada Presidenta sólo porque no accede a sus caprichos, al contrario su pecado es actuar conforme a la Ley en todo momento. Cuando lo cuestionan por el comportamiento de sus seguidores, con gran facilidad justifica esa acción, acusando a sus adversarios y nuevamente mintiendo de que en la marcha organizada en defensa del INE se quemó una esfinge con su figura, afirma que él nada tiene que ver con esos hechos que sus seguidores son libres de hacer lo que les plazca.
Le comento querido lector que los estudiosos de la Ciencia Política definen un régimen autoritario como el sistema que impone su autoridad sin importarle la ley y sin un consenso de la mayoría de la población, se aprovechan de su poder y desaparecen los derechos humanos. Como se puede apreciar es lo opuesto a una democracia, su líder, por lo tanto, es autoritario y cien por ciento inflexible, destruye las iniciativas de los integrantes del grupo, destruye la creatividad, le gusta ordenar, es caprichoso. Cuida los intereses de una minoría, tiene el control de los medios de comunicación, los que no están de acuerdo con él son enemigos, promociona la violencia a través de su discurso, manipula el voto para mantenerse en el poder, hay una fuerte presencia popular, no respeta la constitución, viola las leyes a su conveniencia. Cualquier parecido con realidad es mera coincidencia.
Lo perverso del habitante del Palacio Nacional es que siente gran aborrecimiento, repugnancia hacia las mujeres que son profesionalmente mejores que él, que toman decisiones evitando hacer estupideces y cumplir necedades; en cambio aprecia, tiene simpatía, cariño, afinidad por las mujeres que no están preparadas o mejor aún que lo obedecen ciegamente sin cuestionar nada, son sus fieles seguidoras, es decir, tienen la obligación de obedecer sin cuestionar.
Es clara la estrategia de este sexenio: la violencia y la agresión directa a sus enemigos acompañada de una gran cantidad de mentiras y descalificaciones, sus seguidores inmediatamente obedecen la orden y se dan a la tarea de agredir, amenazar y atacar de manera desmedida en todos los medios de comunicación y en las redes sociales a los adversarios, todo el que apoye a éstos son cómplices y por lo tanto, también se convierten en sus enemigos, tiene a su favor a la mayoría de los medios de comunicación que defienden de manera discreta pero certera los deseos del gran señor, es claro: el único objetivo es destruir la democracia y llevarnos directo al autoritarismo, insisto como puede ver apreciable lector esta es la esperanza que ofrece Morena a la sociedad.
Autor
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Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
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