CÁPSULAS SARAPERAS

La herencia de Juana

En esta ocasión te platico de una historia, de esas historias que dan hasta pena ajena. Una de esas historias que aún suceden hasta en nuestros días, y como se dice coloquialmente, “hasta en las mejores familias”.

Era el día 17 del mes de junio del ya lejano año de 1718, momentos en los cuales Saltillo no era Saltillo sino dos poblados, el Pueblo de San Esteban de la Tlaxcala y la Villa de Santiago del Saltillo, lugar este último donde vivía una señora que tenía por nombre Juana Lobo de Acuña, y digo vivía porque precisamente una semana antes falleció, ocasionando todo un alboroto entre sus hijos, pues no había dejado testamento.

Doña Juana, mujer de dos matrimonios, había enviudado muy joven, teniendo, procreando y educando 3 hijos en su primer matrimonio y 5 más con su segundo esposo. Su pérdida ocasionó que los medios hermanos iniciaran una disputa por los bienes de la difunta, mientras los Saltillenses de aquellos años empezaron hasta a hacer apuestas de quienes se quedarían con la herencia. Y es que déjeme decirle estimada y estimado Saltillense que no era “peccata minuta” los bienes en disputa, pues había desde dos abanicos importados de Europa, dos zarcillos de oro, un anillo de oro con nueve piedras preciosas, dos botoncillos de plata para los zapatos, un par de mancuernillas de plata para camisa, hasta unos guantes de seda y otros adornos más como una montera de pluma de castilla.

Las autoridades de la Villa de Santiago del Saltillo tuvieron que intervenir para poder decidir quién sería el o los herederos de Doña Juana Lobo de Acuña, mientras sus ocho hijos, además de convertirse en la comidilla de la comunidad, se enfrascaron en un pleito. Con seguridad Juana, la difunta, ni se acongojó, pues nadie ha regresado del más allá para solucionar los problemas de las herencias.

Estimada y estimado Saltillense, hoy tenemos la oportunidad de que esta historia, aunque sea muy Saltillense, no se repita. Hagamos el testamento pues, así como Juana Lobo de Acuña no regresó del más allá al más acá para resolver la disputa por sus bienes de sus ocho hijos, ni usted ni yo regresaremos. Es más, le puedo recomendar que vaya con el Notario Jorge Núñez, y si le dice que va de parte mía, hasta descuento le da.