A LA BÁSCULA

Oídos de carnicero 

A punto de terminar el periodo de precampañas en el proceso para la renovación de la gubernatura en Coahuila, los problemas al interior de Morena no parecen haber terminado, al contrario, las grietas que se generaron desde se empezaron a mencionar los nombres de quienes aspiraban a esa candidatura, se han venido abriendo cada vez más, lo que para el movimiento ‘cuatrotero’ será de fatales consecuencias, y éstas han servido para pavimentar el camino del priista Manolo Jiménez Salinas, en el camino a suceder a Miguel Ángel Riquelme.

Desde el momento en que Ricardo Sóstenes Mejía Berdeja decidió incorporarse a una fiesta a la que nadie lo había invitado, las cosas se empezaron a torcer, sobre todo porque su irrupción en la entidad se dio marcado por una gran soberbia, ya que, al estar en su momento tan cercano al Presidente, como sub secretario de Seguridad Pública federal, y sus apariciones en la gran vitrina que es Las Mañaneras, le hicieron creer que los dados estaban cargados a su favor.

Aceptó entrar a una competencia en la que estuvo de acuerdo con las reglas establecidas para definir la candidatura, pero cuando los resultados no le fueron favorables, empezó a despotricar contra el método, contra quien había resultado ganador, y hasta con el dirigente nacional de Morena –Mario Delgado Carrillo-, partido al que en realidad nunca perteneció y del que se deslindó una vez que fue aceptado como el candidato del PT. Dijo que nunca militó en Morena, del que solamente era simpatizante, lo que no había dicho cuando sentía que tenía posibilidades de ser el ‘elegido’ por el dedo protector.

Lo que muchos llaman ‘la traición’ de Mejía Berdeja al movimiento de la autoproclamada ‘cuatroté’, que le haya mordido la mano al presidente y todos los demás calificativos que le valió su decisión de irse a otro partido a sabiendas de que dividiría el voto de la izquierda y particularmente del partido del Presidente, ha sido un sismo de una importante magnitud, y cuyas réplicas se han extendido todavía hasta estos días.

No por nada Mario Delgado ha advertido que la traición del acapulqueño podría costarle la gubernatura a Morena.

La semilla de la traición y el divisionismo que han venido portando los ex priistas Shamir Fernández Hernández y Jorge Luis Morán Delgado, así como el ex panista Rodolfo Walss Aurioles entre otros, han seguido produciendo frutos por donde van, ya que desertaron de sus anteriores partidos para acompañar en su proyecto a Ricardo Mejía por que éste se vendió en Coahuila como que él sería ‘el bueno’ porque traía todo el apoyo del Presidente, pero una vez que el acapulqueño brincó al PT, decidieron abandonarlo, para mantenerse en Morena, pero ahora apoyando a Armando Guadiana Tijerina.

Bien dice el dicho que el que traiciona una vez traiciona siempre, porque los antes mencionados han logrado formar una camarilla que ahora tiene ‘rodeado’ a Armando Guadiana, y han desplazado a las bases morenistas y a quienes han estado cercanos desde un principio al senador con licencia, entre ellos y principalmente a quien había sido designado como su coordinador de campaña, el lagunero Luis Fernando Salazar, quien anunció a través de un video en sus redes sociales –aunque ya lo había hecho previamente en un programa televisivo en la capital del Estado-, que dejará de ser el coordinador de la campaña del abanderado morenista, para pasar a la vocería de Morena en Coahuila, y dijo que trabajará con una estructura alterna promoviendo el voto para el candidato morenista, y a su partido.

Esto es que, si alguna vez Armando Guadiana soñó con ser gobernador de Coahuila, ese sueño ha venido recibiendo paladas de tierra, que lo podrían dejar sepultado incluso quizá antes de que arranquen formalmente las campañas el próximo 2 de abril. Porque ya de por sí la división entre los seguidores de Morena y de Ricardo Mejía iban a pulverizar el voto de la izquierda, trabajar con dos estructuras alternas pero antagónicas, con visiones distintas de cómo llevar a cabo una campaña, hacen poco menos que imposible que un proyecto así pueda ser ganador.

Incluso los malquerientes de Salazar Fernández dicen que, aprovechando la cercanía de éste con el líder nacional de Morena, estaría tejiendo fino con el fin de convencer a la cúpula de su partido para realizar un cambio de jinete así sea a mitad del río, para que bajen de la candidatura a Guadiana Tijerina para otorgársela a él. ¿Se imagina lo que sucedería si eso llegara a ocurrir? ¿Para dónde ganarían los shamires, moranes, walsses y demás? ¿se quedarían en Morena para apoyar a Luis Fernando, se regresarían con Ricardo Mejía? ¿se regresarían a sus antiguos partidos? Además de toda la rebatinga que se armaría en el ya de por sí voto dividido en los partidos de izquierda.

Mientras tanto les agrade o no a los belicosos, el que va en caballo de hacienda es Manolo Jiménez, a quien sus adversarios le están pavimentando el camino para que pueda llegar sin sobresaltos a la gubernatura. Solo necesitará mantener bien puestos los pies sobre la tierra, hacer su campaña de manera sobria, intensa, cercana a la gente sin caer en excesos de confianza ni permitir siquiera asomos de soberbia. Va bien encaminado, cuestión de hacer una campaña seria, de propuestas, alejado del estruendo y la pirotecnia, sin ‘gancharse’ con quienes a falta de argumentos basarán su campaña en el encono, odio y ataques personales. No vale la pena responder, hay que recordar que, a chillidos de marranos, oídos de carnicero.

 

laotraplana@gmail.com

 

@JulianParraIba

Autor

Julian Parra Ibarra
Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
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