COMO DECÍA MI ABUELA

«Las gallinas «…

Me encantaba jugar con los pollitos en el corral de mi abuelo, pero gallos y gallinas me intimidaban. Por eso, aprovechaba los momentos en qué él salía a alimentarlos, para pedirle que me prestara un pollo. Entonces mi abuelo tomaba un poco de alimento y lo esparcía para que las gallinas fueran a él y pudiera así, tomar un pollito entre las manos. -¿Ya viste?, exclamaba mi abuelo mientras me daba el tan querido pollito, » las gallinas, con echarles maíz se apean».

El 25N o Día Naranja, es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, por lo que este viernes 25 de noviembre se esperan marchas, conferencias y diversas acciones por parte de organizaciones del sector público y privado a fin de generar consciencia y visibilizar la importancia de un día cómo éste.

Es evidente que cada gesto encaminado a dar a conocer la existencia de un día internacional contra la violencia, inside de manera positiva en la sociedad, cómo también lo es, que no basta sólo con eso. Uno de los principales reclamos que se plantean desde el feminismo, es que, los Institutos de la Mujer y demás organismos gubernamentales, sólo utilizan estas fechas para «echar el maíz» y que la sociedad se «apée» sin profundizar en acciones reales que de verdad contribuyan a eliminar la violencia contra las mujeres.

De nada sirve una plática de una hora, un panel de expertas o una carrera por las mujeres, si seguimos enfrentándonos a los mismos espacios machistas, si para llegar a la plática hay que tomar un autobús o servicio de taxi y no sabemos si llegaremos a casa o correremos con la misma suerte que Vianey o Lidia Gabriela.

No se trata de «aventar el maíz» sino de dónde se avienta. Por décadas se han dirigido las pláticas hacía el público conformado por mujeres y niñas, necesitamos que se dirijan a ellos: a los hombres, que son los principales agresores de las mujeres, pero también a los educadores, políticos y líderes de todos los sectores para que se constituyan en verdaderos agentes de cambio.

Crear la consciencia colectiva de que, cuando ocurre por ejemplo, un feminicidio, (que es la máxima expresión de la violencia contra la mujer) la violencia no se genera de manera espontánea, sino que, va escalando tanto en el individuo, cómo en su entorno y que dicha escalada puede ser tan sutil, que es difícil detectarla «a la primera». De esta manera, entenderemos cómo sociedad,

Necesitamos que un hombre entienda que, el acto de insistir y persistir para que una mujer acepte salir y relacionarse con él, fácilmente puede escalar del cortejo al acoso, delito que además de las consecuencias a la vida de la mujer, también tiene consecuencias jurídicas para él mismo.

Así mismo, es necesario que dichas consecuencias sean aplicadas. Que las denuncias sean atendidas de manera eficaz, que las autoridades encargadas de recibirlas se conviertan en vehículos para acceder a la justicia, y que los jueces entiendan que, más que un expediente, es la vida de una mujer la que puede estar en riesgo, para que aplique las sanciones que corresponden.

En suma, este 25N, participaremos de manera virtual y presencial para exigir nuestro derecho a una vida libre de violencia, esperando que las autoridades hagan algo más que «orange washing» y que de verdad analicen a fondo la problemática de la violencia contra las mujeres, eliminando el machismo de las prácticas públicas.