Durango, un vecino peculiar
Durango es un estado singular. A pesar de considerarse norteño, pujante y emprendedor, la realidad es que el valor de lo que produce se encuentra más cercano al PIB de sus vecinos situados al sur, que al importe generado anualmente por los estados del norte.
Ciertamente es una entidad con un enorme potencial económico, no solo por su ubicación estratégica, justo al centro del denominado Corredor Económico del Norte y cercano a importantes nodos industriales, sino también porque en su extenso territorio alberga diversas vocaciones productivas. No obstante, presenta un considerable rezago con relación al desarrollo de aquellos estados con los que se codea.
Metafóricamente sería como vivir en un vecindario rico y habitar una casa grande, pero cuyos ingresos no alcanzan para el gasto de la semana.
Chihuahua y Coahuila, por ejemplo, generan tres veces el valor del PIB de Durango. Sinaloa, otro de sus vecinos acaudalados, le dobla en producción y riqueza. Si bien estas entidades le superan en población, este no es un factor que explique su menor capacidad productiva, puesto que Aguascalientes, con menos habitantes, tiene un PIB más alto que el de Durango.
Aun cuando la tierra que vio nacer a Francisco Villa y Guadalupe Victoria no se considera como un estado pobre, ya que su PIB per cápita se sitúa cerca de la media nacional, considerablemente por arriba del registrado en las entidades más rezagadas ubicadas al centro y sur del país, el balance del desarrollo económico de Durango, caracterizado por crear riqueza por debajo de su verdadero potencial, revela importantes desafíos y dificultades en el contexto del nuevo gobierno de Esteban Villegas Villarreal.
El nuevo gobierno, emanado de una coalición integrada por el PRI, PAN y PRD, es visto como el faro para guiar la trasformación económica que se le ha negado a Durango durante décadas. No es un secreto que las anteriores administraciones dejaron pasar las oportunidades que se presentaron para impulsar un nuevo paradigma de gestión del desarrollo.
Es evidente que, en su momento, nadie se ocupó de insertar al estado en el boom del desarrollo industrial acontecido en distintas etapas en el norte de México. El modelo de sustitución de importaciones, el auge petrolero y el TLCAN transcurrieron sin impactar a Durango, como sí lo hicieron en Chihuahua, Coahuila y Sinaloa, y en la mayoría de los estados del norte del país.
Lo que más llama la atención es que en la actualidad, en el marco de las ventajas que puede otorgar el Corredor Económico del Norte y el T-MEC, la industria manufacturera, principalmente la automotriz y electrónica, siguen sin percatarse de que Durango existe.
La entidad ha salido a flote gracias a la minería, la mayoría por cierto en propiedad de chinos y canadienses. A una incipiente industria maquiladora de autopartes, textil y de alimentos ubicadas en los municipios de Durango y Gómez Palacio. Asimismo, al turismo, que no termina por consolidarse como sí sucedió en Sinaloa y Zacatecas. Adicionalmente, la industria maderera, actividad que desde hace años se encuentra en franca decadencia.
El estado de Durango también presume de contar con extensas zonas para el desarrollo de la agricultura y la ganadería, no obstante, pudiéndose convertir en potencia agroindustrial, el valor agregado que en la actualidad se genera es poco con relación al que se produce en los estados que son potencias alimentarias.
En cualquier caso, el valor de la producción, los empleos generados y el ingreso disponible, ubican a Durango muy lejos de sus vecinos del norte.
Por ello, insisto en que Esteban Villegas personifica la expectativa de un nuevo comienzo para la economía y el desarrollo del estado. Para lo cual, deberá tener claro que el T-MEC y la coyuntura post-COVID, abren un renovado panorama de oportunidades, expectativas, ventajas y desafíos.
Lamentablemente, no se percibe que al inicio de su administración la economía sea el tema central de su agenda. Esperemos que este olvido no se extienda durante todo el sexenio, como sucedió con sus antecesores.
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