LAS LLUVIAS Y EL MEJORALITO  

Cada vez que llueve en la región significa que tendremos un día más de agua. Si una golondrina no hace verano, entonces las recientes precipitaciones no deben motivarnos a cantar victoria. La escasez del vital líquido avanza y es tendencia mundial.

Es decir, después de ocho meses en el año de cero lluvias, las de la semana pasada son apenas un mejoralito ante el incesante agotamiento de los mantos acuíferos, debido a una criminal sobreexplotación por parte de la industria lechera y al uso irracional de los sectores agrícola en general, comercial y doméstico.

Las noticias nos informan que ante las abundantes precipitaciones pluviales de días pasados la presa Francisco Zarco alcanzó su máxima capacidad de almacenamiento, por lo que fue necesario verter líquido hacia el río Nazas. Y los titulares periodísticos precisan que 20 mil millones de litros corren por el  Nazas. El llenado de las presas favorece el proyecto federal de Agua saludable para La Laguna, consistente en potabilizar el líquido almacenado para consumo humano en la región. Sin embargo, no soluciona el problema de fondo, que es la sobreexplotación de los mantos freáticos.

Frente a este fenómeno regional temporal, la realidad es que en La Laguna, en el norte del país y prácticamente en todo el mundo los ríos y lagos se secan descubriendo lo mismo milenarias huellas de dinosaurios que advertencias de nuestros antepasados señaladas en piedra.

Ante la cada vez más grave falta de agua potable, ante el crecimiento de la población, pero, sobre todo, ante la tolerancia y complicidad de las autoridades en la sobreexplotación del recurso hídrico por parte de la industria agropecuaria, a los organismos operadores de agua y saneamiento no les queda otra que seguir perforando nuevos pozos, cada vez a mayor profundidad. Tan solo en 2022 serán ocho los nuevos equipos de bombeo a instalar, de los cuales cuatro ya están operando.

Hay que insistir una y otra vez en la necesidad de reciclar el líquido que se utiliza en lo doméstico con reglas más estrictas que alcancen a los desarrolladores de conjuntos habitacionales.