Reynosa, México.- El migrante hondureño Jorge desconoce qué le depara el destino para su futuro cercano por todas las experiencias amargas que ha vivido desde que salió de su país, un año atrás, con la intención de ingresar a Estados Unidos.
Huyó con su esposa y su hija por la inseguridad y desde hace 11 meses está varado en la fronteriza ciudad mexicana de Reynosa, en el estado de Tamaulipas (noreste), junto a otros 9 mil migrantes que persiguen el mismo objetivo.
Tras todo este tiempo, los migrantes sienten confusión y temor en torno a la situación que viven, así como ansiedad, dijo a Xinhua en las afueras del quiosco de una emblemática plaza de la ciudad que le sirvió como albergue.
Jorge y su familia formaron parte del grupo de 2 mil migrantes que fueron trasladados el 3 de mayo de un campamento improvisado en la Plaza de la República al albergue Senda de Vida, ubicado a menos de 50 metros del río Bravo, que divide territorialmente a México y Estados Unidos.
El albergue, concebido para 600 migrantes, está saturado como consecuencia de la oleada migratoria de los últimos dos años en Centroamérica, que impacta especialmente a las ciudades fronterizas mexicanas.
Las autoridades migratorias estadounidenses arrestaron a 1.7 millones de migrantes irregulares en el año fiscal 2021 (de octubre de 2020 a septiembre de 2021), de acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
Jorge y los migrantes que permanecen en los albergues de Reynosa aspiran a ingresar por cauces legales, pero sus trámites son demorados o se estancan en la ciudad por la vigencia de la normativa sanitaria estadounidense Título 42.
Mediante ese instrumento, aplicado por la contingencia sanitaria derivada de la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19), las autoridades fronterizas de Estados Unidos dejaron de procesar las solicitudes de asilo de los migrantes y los expulsan a México o los deportan.
En opinión del profesor e investigador mexicano, Rodolfo Casillas, el nuevo escenario en torno a la pandemia, marcado por el avance de la vacunación y otras medidas sanitarias, hace que el Título 42 no resulte ya tan efectivo ni funcional para el control de la migración indocumentada a Estados Unidos.
Pretender una migración segura y ordenada “es una quimera porque no se están diseñando nuevos mecanismos para el tránsito y recepción de los flujos crecientes de migrantes”, consideró el académico de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Casillas subrayó que el crecimiento en el volumen de los flujos migratorios, incluso con la aplicación del Título 42 y las políticas de contención migratoria derivadas de acuerdos entre Estados Unidos y otros países de la región, es una muestra significativa del deterioro de la economía internacional.
“Los migrantes no encuentran satisfacción a sus problemas de empleo, salud o seguridad, o incluso respuestas ante el cambio climático, que cada vez se está convirtiendo en un factor muy fuerte e irreversible que estimula la emigración, en sus países de origen”, indicó.
El enfoque de atención al fenómeno migratorio, expuso, no puede limitarse a la contención de los migrantes con recursos limitados e insuficientes, ya que su elevado número complica la situación social en los países de origen y tránsito.
Casillas observó que, al igual que en México, en otros países centroamericanos de origen o tránsito de migrantes, como Guatemala, Honduras y Panamá, el incremento de los flujos migratorios está tensando mucho las capacidades existentes de atención y protección a los migrantes.
“Aunque se tenga la mejor voluntad de atención y respeto a los derechos humanos frente a una masa migrante que es creciente, no hay infraestructura, no hay personal, no hay programas, no hay lo suficiente de todo lo que debería haber para hacerlo”, sostuvo el experto.
En su opinión, urgen “inversiones de gran calado” que generen empleos en los países de origen de la migración, pero Estados Unidos «no parece estar en la disposición y con la fuerza suficiente» para que ese esfuerzo coordinado sea posible.
“En consecuencia, la generación de empleos y el consumo de productos locales en Centroamérica, pues simplemente son imposibles y así no se incide de manera positiva en los elementos que podrían retener a migrantes futuros”.
En cualquier escenario, no se avizora en el corto o mediano plazo una solución a la crisis que estos generan en comunidades de varios países de origen y tránsito de migrantes, añadió Casillas.
La saturación de migrantes en Reynosa no sólo ocurre en Senda de Vida, sino también en el resto de albergues y en disímiles puntos de la ciudad donde se han constituido a lo largo del último año asentamientos y concentraciones irregulares que complican el día a día, explicó a Xinhua el presidente municipal de esta ciudad fronteriza, Carlos Peña.
En opinión del funcionario, los asentamientos irregulares de migrantes en Reynosa están potenciados por la aplicación del Título 42 y «afectan muchísimo» a la ciudad en temas de seguridad, salubridad y economía.
Similar situación viven también otras ciudades fronterizas mexicanas como Nuevo Laredo, Tijuana y Tapachula, en los estados de Tamaulipas, Baja California (noroeste) y Chiapas (sur), respectivamente.
El director de Atención al Migrante en Tijuana, Enrique Lucero, manifestó en una reciente entrevista con Xinhua que la falta de coordinación durante la aplicación del Título 42 ha convertido a esa ciudad en “un cuello de botella”.
Ello, ante la llegada continua de migrantes de Centroamérica, Haití e inclusive desplazados internos de estados de Guerrero y Michoacán, en el sur y oeste de México, respectivamente.
La saturación de migrantes en las comunidades fronterizas mexicanas y en otros países de tránsito de la región, por las disposiciones migratorias vigentes en Estados Unidos, que priorizan la contención, contrasta con la necesidad de mano de obra inmigrante de empresarios estadounidenses.
La prensa de ese país ilustró recientemente cómo las restricciones a la inmigración de los últimos años afectaron a empresas de los estados que comparten frontera con México y provocaron un alza inusitada de precios, no justificable con la inflación y la crisis de la cadena de suministros.
De acuerdo con información difundida por el diario “LA Times”, Estados Unidos tiene dos millones de inmigrantes menos de los que tendría si el flujo migratorio hubiera mantenido sus índices habituales previo a la pandemia.
Tal déficit provoca, según expertos, que haya una notoria escasez de mano de obra en sectores que tradicionalmente emplean a inmigrantes como la agricultura, la construcción y el envasado de carne, lo que a su vez conlleva a un alza de precios y agudiza la inflación generalizada.
El gobierno estadounidense anunció el fin de la aplicación del Título 42 para el próximo 23 de mayo, pero una Corte Federal en Luisiana interpuso una Orden de Restricción Temporal a la decisión para prolongar la vigencia de la normativa de manera indefinida.
Las autoridades mexicanas y estadounidenses prevén que el fin de la medida supondrá un aumento exponencial de los flujos migratorios. (XINHUA)
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