A CUATRO AÑOS DEL TRIUNFO DE LÓPEZ OBRADOR, LA NECESIDAD DE UN ANÁLISIS DE SU GESTIÓN

 

Al cumplirse este 1° de julio cuatro años del triunfo del presidente Andrés Manuel López Obrador, valdría la pena que cada uno en nuestra conciencia hiciéramos un objetivo análisis y balance de como vemos nuestro país, transcurridos estos años de gobierno Lopezobradorista.

En 2018 era tal el enojo que la gente decía: ‘no sólo no voy a votar por ellos (llámese PRI, PAN, PRD, empresarios, líderes sindicales y jerarcas católicos), sino que además voy a votar por el que más les duele, por el que más afecte sus privilegios’. Y la mayoría le dio voto y confianza al actual presidente.

En su primer discurso, ya como virtual ganador de la contienda presidencial, Andrés Manuel López Obrador mostró un tono y forma más de estadista que de candidato, como debe ser después de terminada la contienda electoral. El candidato quedó atrás, para dar paso al presidente. Dejó en claro lo que sería y no sería su gobierno, intentando destruir los mitos que en la calentura de las campañas se intentaron construir en su contra.

López Obrador, en primer lugar, llamó a todos los mexicanos a la reconciliación y a poner por encima de los intereses personales, por legítimos que sean, el interés general. Y citó a nuestro héroe Vicente Guerrero: «La patria es primero».

Trato de dar certeza a la nación al afirmar que el nuevo proyecto de país buscaría establecer una auténtica democracia. «No apostamos a construir una dictadura abierta ni encubierta.

 

Los cambios serán profundos, pero se darán con apego al orden legal establecido. Habrá libertad empresarial; libertad de expresión, de asociación y de creencias; se garantizarán todas las libertades individuales y sociales, así como los derechos ciudadanos y políticos consagrados en nuestra Constitución».

El virtual presidente envió también un mensaje de calma y serenidad a los mercados y fue muy claro al señalar que en «materia económica, se respetará la autonomía del Banco de México; el nuevo gobierno mantendrá disciplina financiera y fiscal; se reconocerán los compromisos contraídos con empresas y bancos nacionales y extranjeros».

Respecto a los contratos del sector energético suscritos con particulares, señaló que serían revisados para prevenir actos de corrupción o ilegalidad. «Si encontráramos anomalías que afecten el interés nacional, se acudirá al Congreso de la Unión, a tribunales nacionales e internacionales; es decir, siempre nos conduciremos por la vía legal». Y mostró su respeto hacia la propiedad privada afirmando: «No actuaremos de manera arbitraria ni habrá confiscación o expropiación de bienes», poniendo fin incluso a los temores de alguna clase media que creían que les iban a quitar su casa propia para dársela a los pobres.

Estableció como la misión principal del nuevo gobierno, erradicar la corrupción y la impunidad. «La transformación que llevaremos a cabo consistirá, básicamente, en desterrar la corrupción de nuestro país. No tendremos problema en lograr este propósito porque el pueblo de México es heredero de grandes civilizaciones y, por ello, es inteligente, honrado y trabajador». En su diagnóstico, «la corrupción no es un fenómeno cultural sino el resultado de un régimen político en decadencia. Estamos absolutamente seguros de que este mal es la causa principal de la desigualdad social y económica y de la violencia que padecemos».

En cuanto a su visión del desarrollo social, López Obrador fijo algunas líneas de acción como las siguientes: «Bajará el gasto corriente y aumentará la inversión pública para impulsar actividades productivas y crear empleos. El propósito es fortalecer el mercado interno, tratar de producir en el país lo que consumimos y que el mexicano pueda trabajar y ser feliz donde nació, donde están sus familiares, sus costumbres, sus culturas; quien desee emigrar, que lo haga por gusto y no por necesidad».

El Estado, señaló, dejaría de ser un comité al servicio de una minoría y representará a todos los mexicanos: a ricos y pobres; a pobladores del campo y de la ciudad; a migrantes, a creyentes y no creyentes, a seres humanos de todas las corrientes de pensamiento y de todas las preferencias sexuales. Escucharemos a todos, atenderemos a todos, respetaremos a todos, pero daremos preferencia a los más humildes y olvidados; en especial, a los pueblos indígenas de México. Por el bien de todos, primero los pobres».

En cuanto al tema de la seguridad pública también lo enfocó desde un punto de vista del desarrollo y la justicia social y dejó claro que cambiaría “la estrategia fallida de combate a la inseguridad y a la violencia. Más que el uso de la fuerza, atenderemos las causas que originan la inseguridad y la violencia. Estoy convencido de que la forma más eficaz y más humana de enfrentar estos males exige, necesariamente, del combate a la desigualdad y a la pobreza. La paz y la tranquilidad son frutos de la justicia».

En el rubro seguridad y derechos humanos se comprometió a actuar de inmediato. «Convocaré a representantes de derechos humanos, a líderes religiosos, a la ONU y a otros organismos nacionales e internacionales, para reunirnos las veces que sean necesarias y elaborar el plan de reconciliación y paz para México que aplicaremos desde el inicio del próximo gobierno. Me reuniré todos los días, desde muy temprano, con los miembros del gabinete de Seguridad Pública; es decir, habrá mando único, coordinación, perseverancia y profesionalismo».

En política exterior revivió la Doctrina Estrada al asegurar que «se volverán a aplicar los principios de no intervención, de autodeterminación de los pueblos y de solución pacífica a las controversias». Y aquí citó al Presidente Juárez: «Nada por la fuerza, todo por la razón y el Derecho».

Finalmente, en este tenor, fijó postura al decir que «con el gobierno de Estados Unidos de América buscaremos una relación de amistad y de cooperación para el desarrollo, siempre fincada en el respeto mutuo y en la defensa de nuestros paisanos migrantes que viven y trabajan honradamente en ese país».

Ese fue el planteamiento de López Obrador, en base a ello,  ahora queda al ciudadano contrastarlo con la realidad vivida estos cuatro años. Analizar y juzgar los resultados del gobierno debe ser también un compromiso ciudadano. La sociedad deberá recordar que la participación política comprende una gama de acciones diversas que van más allá del ejercicio del voto. Por ejemplo, atención a la información política en los medios masivos y en su entorno, y la discusión política dentro del seno familiar o en el centro de trabajo de los principales temas que afectan a nuestra vida como sociedad.

 

José Vega Bautista

@Pepevegasicilia

josevega@nuestrarevista.con.mx

 

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José Vega Bautista
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