¿Qué está pasando entre Ucrania y Rusia estos días? Pues ambos países eran parte de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que colapsó en 1991 marcando el fin de la Guerra Fría. Piensen en la URSS como un padre que tuvo 15 hijos, y al morir, el hijo mayor, en este caso Rusia, adoptó el rol patriarcal entre sus hermanos menores.
Esto se vio acentuado cuando Vladimir Putin llegó al poder en 1999. La postura de este angelito ha sido reforzar la esfera de influencia rusa en las antiguas repúblicas soviéticas, más en las que son cercanas geográfica y culturalmente, como Ucrania, que ha tenido un vaivén de gobiernos pro-Moscú y pro-Occidente. Y ahí está la clave de problema.
Para Rusia es inaceptable que Ucrania coquetee con Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos para incorporarse a la OTAN, una asociación que nació en 1949 como contrapeso al dominio internacional soviético. En dicha asociación cada uno de los miembros suscribe que, si uno de ellos es atacado por un país no miembro, todos los miembros se movilizarían para defenderlo. Es decir, que si Ucrania se vuelve parte de ella, y Rusia la agrede, las potencias de occidente entrarían a proteger al hermano menor.
Las exrepúblicas soviéticas de Estonia, Letonia y Lituania, ya son parte de la OTAN, lo que redujo la esfera de influencia rusa en la región. Obvio, Putin por sus pistolas tiene amenazados a los ucranianos de no caer en la tentación de irse con sandía, por ello está haciendo supuestos ejercicios de entrenamiento militar que incluyen a 100,000 efectivos en varios puntos fronterizos con Ucrania. Así nomás como para enseñar los dientes. Si me preguntan cuánta capacidad de defensa tiene Ucrania, les diría que como una quinta parte de lo que tienen los rusos.
Esta no es la primera vez que hay tensiones. Por allá del 2014 hubo un referéndum en la península de Crimea para saber si esta parte de Ucrania permanecía en el país o si se sumaba a Rusia. Independientemente del resultado y legitimidad de la consulta, Putin mandó tropas para anexarse ese territorio. Esto desencadenó otros movimientos separatistas en el oriente ucraniano, que los rusos están atizando para fragmentar al país bajo la excusa de proteger los derechos de la gente de ascendencia rusa que vive ahí.
Las tensiones han cobrado la vida de miles de personas, y a pesar de que hay un acuerdo entre Kiev y Moscú para el cese de hostilidades, el despliegue militar ruso y los intereses de occidente en la región, pintan para un buen round de trompadas. Ucrania es el jamón del sándwich entre Putin y la OTÁN, por lo que lastimosamente se demuestran dos cosas: uno, que la Guerra Fría aun da coletazos, y dos, el proverbio africano que reza: “cuando los elefantes luchan, la hierba es la que sufre”.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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