COMO DECÍA MI ABUELA

En todos lados se cuecen habas 

Cuando era niña, me parecía que entrar a casa de mi abuela era unirse a otra dimensión, la de un espacio seguro donde nada malo podía pasar, donde no había problemas ni conflictos. Por eso me sorprendió muchísimo, una vez que escuché a mis abuelos hablando de dificultades financieras y los problemas domésticos de cada uno de sus hijos. Volví la vista al rostro de mi abuela y ella, adivinando la pregunta en mi mirada me respondió: así es mijita, en todos lados se cuecen habas.

La misma sorpresa me parece ver en los rostros de las personas que afirman que no existe violencia contra las mujeres en nuestro país, —no estamos en Afganistán— se lee en los comentarios cuando, a través de las redes sociales, alguna mujer denuncia situaciones de violencia de las que fue objeto.

Es cierto, hay lugares del mundo donde la situación es urgente, donde existe violencia sistematizada en contra de las mujeres que entorpece su actuar cotidiano en los espacios públicos y merma su calidad de vida en el espacio privado. Hablemos de América Latina.

En Argentina, alumnas del colegio católico Roque González, realizaron una protesta en el patio de su escuela, ante la negligencia por parte de su rector para sancionar a compañeros que las acosan desde el principio del ciclo escolar. Los compañeros comparten mediante grupos de WhatsApp fotografías que toman a las alumnas debajo de sus faldas e incluso se filtraron conversaciones donde planean secuestrarlas, torturarlas y violarlas. Son alumnos de entre 13 y 14 años de edad, una situación que refleja el machismo, la cultura de la violación y la misoginia de las nuevas generaciones. La ONG MUMALA comparte en su página web mumala.ar que en argentina se comete un femicidio (tipo legal equiparable al feminicidio en México) cada 32 horas.

Una aspirante a bombero fue acosada, amedrentada psicológicamente y finalmente violada en dos ocasiones por su instructor mientras se encontraba en la Escuela de Formación en Ambato, Ecuador. Al ser estos actos del conocimiento de los dirigentes del cuerpo de bomberos, el instructor fue separado de la academia de formación y reubicado en otra área. Actualmente, la fiscalía lleva un proceso de abuso sexual en su contra, mientras la abogada de la víctima solicita que se cambie el tipo penal de abuso sexual a violación. En Ecuador, las autoridades anunciaron en septiembre de este año, la activación del Sistema Nacional Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres y el Registro Único de Violencia, medidas con las cuales pretenden alcanzar la meta de “Femicidios cero”.

En Puerto Varas, en la zona sur de Chile, autoridades investigan dos hechos de abuso sexual ocurridos en transporte público en situaciones similares. Uno realizado en un taxi comunitario donde una joven denuncia haber sido tocada y abusada por un pasajero que subió después, el otro ocurrido en la ruta 5. En mayo de 2021 el observatorio contra el acoso en Chile OCAC reveló que el 83.8 % de la muestra encuestada (en su mayoría mujeres) han sido víctimas de acoso y otros delitos sexuales en el transporte público o privado.

Así pudiera seguir enumerando noticias en las que las mujeres somos objeto de la violencia diariamente. Es por esto que, desde el año de 1999, la ONU declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia Contra la Mujer, y a partir de 2008, el día 25 de cada mes, se estableció como “Día Naranja” para combatir la violencia contra mujeres y niñas no sólo una vez al año, sino, todos los meses.

Sin embargo, pareciera que los esfuerzos realizados tanto por órganos internacionales, como por los gobiernos locales han fracasado al intentar garantizar el derecho de las mujeres y las niñas a una vida libre de violencia, ya que permea en todos los ámbitos, tanto el público como el privado y en ocasiones estas conductas están tan arraigadas en el colectivo que no alcanzamos a dimensionarlas como parte de dicha violencia. Las vivimos tan a menudo, que muchas veces las hemos normalizado y no entendemos cuando alguien nos señala como parte del problema al realizar algunas conductas como el mirarle las piernas o el escote a una mujer en la vía pública o en el caso de las mujeres, sentirnos culpables cuando esto ocurre a causa de nuestra “falta de precaución” al vestir.

Porque como decía mi abuela, en todos lados se cuecen habas y aquí en México, cocemos bastantes, pero ya ahondaremos en ello la próxima semana.

 

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El Heraldo de Saltillo
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