Pocas veces se ha mencionado la incidencia del consumo prolongado de alimentos procesados como uno de los factores que podría estar asociado al deterioro cerebral y a enfermedades neurodegenerativas que se profundizan con el tiempo, como la demencia y el Alzheimer. Sin embargo, nuevos estudios científicos publicados recientemente, dan cuenta de cómo la mala nutrición afecta de forma paulatina a la salud general, donde el cerebro no queda exento.
Se sabe, desde el polo opuesto, por ejemplo, que la ingesta de esenciales y omega 3 tienen un efecto positivo en el organismo y también en el cerebro. Por lo tanto, a diferencia de los alimentos procesados colaboran a reducir el riesgo de padecer un deterioro cognitivo y con ellos, el desarrollo de patologías más severas, como las que mencionamos: la demencia y el Alzheimer, según publicó El Heraldo de México.
De acuerdo a un estudio reciente, entre los efectos dañinos de comer alimentos procesados, aparece el riesgo de causar “importantes déficits de memoria”, en tan sólo cuatro semanas. El equipo de expertos detectó que consumo de esta variante de alimentos que poseen agentes tóxicos para la salud humana (altos niveles de conservantes, aditivos, endulzantes, acidulantes colorantes, grasas nocivas, sodio o azúcares, entre otros compuestos), provocan una inflamación en el cerebro.
Ruth Barrientos, es la autora principal de estudio que llevó adelante la investigación a cargo del Instituto de Investigación en Medicina del Comportamiento de la Universidad Estatal de Ohio, Estado Unidos. Entre sus conclusiones la investigadora detalló que: “El hecho de que estemos viendo estos efectos tan rápidamente es un poco alarmante. Estos hallazgos indican que el consumo de una dieta procesada puede producir un déficit de memoria significativo y abrupto y en la población que envejece, el deterioro rápido de la memoria tiene una mayor probabilidad de progresar hacia una enfermedad neurodegenerativa como la enfermedad de Alzheimer”.
Barrientos agregó además que “al ser conscientes de esto, tal vez podamos limitar los alimentos procesados en nuestra dieta y aumentar el consumo de alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 DHA para prevenir o retrasar esa progresión”. Para determinar estos efectos, los investigadores produjeron alimentos que se asemejan a productos envasados para una vida útil prolongada, como papas fritas y otros bocadillos. Más tarde, los investigadores asignaron ratas de tres y 24 meses a su comida normal, comida procesada o la misma dieta procesada suplementada con omega-3 DHA.
Lo cierto es que los resultados revelaron un aumento significativo en los marcadores de inflamación entre los roedores que consumieron la dieta procesada sola. La conclusión: las ratas mayores con la dieta procesada mostraron signos significativos de pérdida de memoria que no eran evidentes en los roedores jóvenes. (EL HERALDO DE MÉXICO)
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