El Príncipe de las tinieblas era chileno…
“El siniestro Doctor Mortis” genera nostalgia y necesidad creciente de homenaje por tratarse de uno de los personajes más interesantes surgido en Chile en formato de programa radial e historieta terrorífica, hasta ahora imborrable en el recuerdo de sus fanáticos que lo atesoran y lo veneran. Mientras en México causaba furor “El Monje Loco”, en esta parte del mundo arrasaba esta fascinante e inolvidable creación de Juan Marino que, hasta hoy, sigue causando admiración como producto de la cultura popular.
¿Quién es el siniestro Doctor Mortis? ¿De dónde ha venido? ¿Es un ser humano o un ente allende el universo conocido?
Con estas tres magníficas preguntas comenzó, a fines de la década del 60, una de las series más fascinante que ha existido en Chile en materia de historieta de terror. Cuyo autor intelectual, Juan Marino, bautizó como “El Siniestro Doctor Mortis”, y cuyo primer número -a estas alturas un ejemplar de culto- costaba un escudo y fue impreso por la Editorial Zig-Zag S.A.
En una época en que la revista impresa concitaba un interés real y donde la televisión estaba absolutamente en pañales, esta publicación significó la primera experiencia en materia de terror para adultos, advertido en la contratapa con una deliciosa figura de una calavera sobre cuya cabeza descansaba una vela encendida, acompañada de un cartel que advertía: “los padres y apoderados pueden entregar esta revista a niños mayores de 14 años, porque su contenido es de suspenso y terror”.
El Doctor Mortis era un ente macabro, mezcla perfecta entre la muerte misma encarnada en un cuerpo humano y una figura ectoplasmática verdosa que, atravesando los siglos, iba y venía haciendo sencillamente su labor: sembrar el mal y formar una legión de zombies, cuya lealtad era incondicional al Maestro, como le denominaban.
Lo interesante del tema radica en que Mortis iba mutando en su envase como humano, asumía siempre distintas fisonomías, edades y diversos estilos de comportamiento, utilizando anagramas para encubrir su perversa identidad: Dr. Sitrom, Tyss Morgan, Dr. M. Ortiz, Barón de Rom Ist, Stroim, M. Riots o el doctor M.
En su personificación como hombre, Asumía casi siempre la personalidad de un médico, cuya inteligencia y capacidad eran incuestionables. Obsesionado por resucitar a los muertos, no escatimó ningún esfuerzo por lograr sus demoníacos objetivos y nunca, salvo en un único episodio, evidenció interés alguno por las mujeres, porque el ser esencialmente la Muerte le impedía contacto alguno con la Vida, es decir, con el Amor mismo.
¡AVE MORTIS!
A lo largo de los años que duró la publicación, el perfil del personaje fue excelentemente definido: impecable e implacable. A veces, sus aventuras eran una mezcla de todos los mitos de la literatura gótica: podía ser un vampiro al estilo de Drácula o experimentar con cuerpos muertos como Víctor Frankenstein. En otras ocasiones era un agudo médico, un ilusionista, un acaudalado hombre de negocios o, sencillamente, una presencia, una mancha verdosa que solía resguardarse en castillos abandonados en poblados inexpugnables, como el pueblo de Gruz o la comarca de Carbach. En el episodio 3 nos informan que en todos los cementerios del mundo hay una tumba con su nombre escrito en clave.
Mortis iba y venía en el tiempo. Tan pronto sus aventuras terroríficas estaban situadas en Londres de 1895, como podían ocurrir en un punto lejano del espacio interestelar futuro, todo lo cual le dio al personaje una naturaleza inmanente y amenazadora.
Su autor tuvo el cuidado de crear guiones de exquisita redacción, usando adjetivos impensados para la época y un repertorio de palabras que sobresalían por su estilo elegante. A diferencia del personaje mexicano “El Monje Loco” -publicado por Editorial Novaro en la misma fecha-, “El siniestro Doctor Mortis” era un personaje que jamás empleó lo grotesco ni en sus trazos (de Roberto Tapia Tom en los comienzos) ni en sus argumentos.
JOYAS DE TERROR CHILENO
Para quienes atesoran esta revista (entre los que se incluye el autor de esta nota con la colección completa), no deja de ser satisfactorio releer algunos de sus episodios que, lejos, son de una inspiración y una carga psicológica poco usual para esa época, todavía ingenua en materia de comics.
Elegimos al azar: el episodio en donde surge la hija del Doctor Mortis, una magnífica criatura de nombre Ariadna Daemos que resulta ser una araña insaciable o el episodio en que un estudiante de medicina corta accidentalmente la lengua de un cadáver y Mortis, que visita el lugar, le increpa furioso, diciéndole: “¡mutila usted a los muertos!” son, por decir lo menos, joyas de una colección que verdaderamente sentó las bases en materia de terror en este lado del continente.
Hacia 1973, en pleno período de crisis política en Chile, la revista fue mutando paulatinamente su perfil y sus páginas dieron cabida a series relacionadas con el tema de los OVNI o historietas de corte gangsteril de escasa calidad y menor impacto. A tal punto llegó la situación que, en un giro inesperado, el último ejemplar de la denominada primera etapa se refiere al envío de una nave al espacio exterior llevando la urna del Doctor Mortis, un sarcófago de cristal con una enorme cruz de plata sobre el pecho del maligno.
Como era de esperarse, estando Mortis ausente de la Tierra, nadie más pudo morir, produciéndose una hecatombe peor que los propios gestores de la idea de destruir y abandonar a Mortis en el espacio infinito, debieron traer de regreso al siniestro médico al planeta, pretexto que significa el inicio de la segunda etapa de la historieta que, agotada la fórmula de Juan Marino, solo se limitó a repetir algunos de los capítulos más destacados de la primera parte, sin duda la mejor y la más añorada.
La TV se había posicionado en los hogares y El siniestro Doctor Mortis, que nació de un radioteatro de enorme popularidad que se escuchaba, justo a la medianoche, por capítulos en la radio Magallanes, algunos de los cuales se pueden escuchar gracias a las grabaciones que están disponibles gratuitos en YouTube en https://www.youtube.com/results?search_query=radioteatro+el+siniestro+doctor+mortis, dejó de aparecer.
Pero sigue vivo en el corazón de quienes recorrían lejanos páramos, esquivando a los zombies, en busca del castillo perdido del siniestro Doctor Mortis, una generación (me incluyo) que creció leyendo historias delirantes que todavía no han podido ser superadas ni desterradas de la memoria y el afecto de sus incondicionales. ¡Larga vida Doctor Mortis!
PÁGINAS ESCOGIDAS
Es imposible captar en esencia el mundo perverso y singular de este personaje si no se ha leído atentamente la serie. Pero no podemos sustraernos a la tentación de subrayar tres magníficos episodios que constituyen la magia de estos “monos” de terror.
El ejemplar número 10, titulado “Los monstruos del Dr. Mortis”, sobre pacientes encerrados en un caserón-laboratorio donde Mortis experimenta con rosas a las cuales les injerta cerebros humanos. Lo aterrador es el hecho de que el Mal triunfa en toda su dimensión, al huir la protagonista hacia la carretera, luego de que su compañero se sacrifica para que ella arranque. Un camión se detiene y la mujer trata de explicar los horrores que ha vivido, pero los hombres no le creen y la devuelven al laboratorio, dejándola a ella -y a los lectores- sumidos en la desesperanza misma.
En el número 11, “La araña del Dr. Mortis”, el siniestro personaje y su hija Ariadna Daemos, llegan a alojar a Ashton Mannor. Desde ese instante el Mal se apodera del lugar y el hijo menor de la familia casi muere en los dientes de una araña gigantesca -quien más que la misma Ariadna- oculta en un cementerio cercano a la mansión. Sobresale este ejemplar por la calidad de sus trazos gráficos y el planteamiento de su historia.
Por último, en el número 15, “La sombra del Dr. Mortis”, una pareja norteamericana huye de los rumanos, en 1940, y va a dar a una mansión en medio del bosque. Allí los acogen una pareja de adorables ancianos -Dasha y Tonio
– que resultan ser vampiros. Tratando de huir, el joven ve, impotente, cómo su mujer cae muerta a sus pies. La policía lo sorprende y por supuesto no creen su historia del castillo ni de los ancianos: en el lugar donde pernoctaron la noche anterior solo hay un mausoleo con la inscripción “Dr. Mortis”
Anexo necesario: IN ABSENTIA MORTIS
https://issuu.com/arcanoiv/docs/in-absentia-mortis-avance
La trilogía Mortis, dirigida y editada por Miguel Ángel Ferrada bajo el alero de Arcano IV, viene a condensar y a la vez revivificar el imaginario creado por el escritor y guionista Juan Marino.
El Siniestro doctor Mortis, fue un programa de radioteatro que estuvo al aire desde 1945 hasta 1982, siendo transmitido por Radio Nacional, Radio Yungay y Radio Portales. Como revista de cómic comenzó a editarse a partir de 1966 por la editorial Zig-Zag, pasando por la editorial Pincel y finalizando su publicación en la editorial Dilapsa o Gabriela Mistral en 1973. La dupla de Juan Marino y Roberto Tapia Tom (dibujante) lograron perpetuar la imagen de este ser maléfico y siniestro durante toda esta época.
Varios años después es cuando nace el proyecto que se concretaría en la trilogía gráfica que rescata este ícono del imaginario del horror fantástico nacional y lo vuelve a poner en la mirada de los fanáticos del cómic. El primer volumen, llamado In absentia Mortis (en ausencia de Mortis) está constituido por 18 relatos de ocho páginas, cada uno realizado por distintos equipos de trabajo, los cuales pasaron de ser web cómic y una serie de revistas de distribución gratuita, a constituirse en un volumen integro. In absentia Mortis hace una primera entrada en el mundo fantástico de Juan Marino, representando con cada historia un mundo donde lo más oscuro y perverso de la humanidad se entremezclan con una interesante trama que nos convierte en expectantes testigos de un futuro incierto. El padre Hans Libby, antagonista de Mortis, La Cofradía, grupo devoto del mal, son algunos de los personajes que forman un hilo conductor invisible pero concreto. Este libro gana la Medalla colibrí a la mejor escritura juvenil de 2012.
La segunda entrega, llamada Mortis eterno retorno, es una novela gráfica realizada íntegramente por Miguel Ángel Ferrada y el dibujante Ítalo Ahumada, además de contar con la participación de Jorge Baradit en el prólogo. Consta de tres capítulos, un preludio, dos interludios y una adenda final. La narración cuenta la historia del ritual por medio del cual se quiere traer de vuelta al Siniestro Dr. Mortis. Esta novela fue nominada a “Mejor cómic”, “Mejor guión” y “Mejor Dibujo” de los Premios FIC 2011.
El tercer volumen es In nomine Mortis (En el nombre de Mortis), al igual que el primero, es una serie de relatos gráficos, realizados por varios autores y dibujantes, pero siempre dirigidos por Ferrada. Son nueve historias cada una precedida por una ilustración de Claudio Romo, al igual que en los volúmenes 1 y 2. En este libro somos testigos del desenlace y las consecuencias de la liberación del mal, Mortis regresa y desencadena lo más oscuro y perverso que pueda existir en la Tierra.
De esta manera se constituye esta trilogía que, tanto en sus aspectos formales como en la construcción gráfica y narrativa, representa un trabajo acabado, con una unidad estética particular y bien lograda, lo que deja totalmente alejada la idea de un caos interno por estar construida por varios autores y dibujantes. Finalmente, esto se convierte en un elemento que enriquece el texto, proponiendo al lector un universo de fantasía del terror, de intriga y de ciencia ficción infinito y alucinante. (Fuente: https://bibliotecaviva.cl/mortis-el-regreso-del-mal/ )
Autor
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Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación
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