Rodeado de amigos y familiares, este miércoles el exalcalde de Saltillo, Arturo Berrueto González, conocido por todos cariñosamente como el Profe Berrueto, celebró sus 91 años de vida.
El evento, celebrado en el Mesón Principal, contó con la presencia de los exgobernadores Eliseo Mendoza Berrueto y Enrique Martínez y Martínez, así como con la de el secretario de gobierno de Coahuila, Fernando de las Fuentes Hernández, quien acudió con la representación del gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís. También estuvieron presentes el exMagsitrado José Fuentes García, el cronista Armando Fuentes, el director de comunicación social del Congreso, Alberto Boardman, el periodista Francisco Treviño Granados, y un gran número de invitados más.
El rector de la Universidad Tecnológica de Torreón, Raúl Martínez Hernández, organizador del evento, leyó un emotivo mensaje que reproducimos íntegro a continuación:
Hoy junto con un servidor nos damos tiempo para convivir después de este largo año tan difícil con la pandemia, que hoy nos da un sosiego para poder departir al lado de nuestro gran amigo, el maestro Arturo Berrueto, en sus 91 años que está celebrando de vida, le acompañamos quienes nos distingue con su amistad en este día. Maestro Arturo Berrueto es un placer tenerlo aquí con nosotros y al igual que todos quienes nos acompañan en esta ocasión.
Hoy no quiero hablar del hijo del Profesor Federico Berrueto; aquel que se forjó amparado sólo en su amor por el trabajo duro, desde el campo y la molienda, para llegar becado a la Escuela Normal del Estado; el Presidente de la Sociedad de Alumnos; el catedrático; el que se graduó de maestro de Instrucción Primaria; que abrevó de la vena liberal de sus profesores; que ejerció el magisterio en la Escuela Miguel López en Saltillo; que dirigió la Escuela Normal del Estado de Coahuila; que fue encarcelado y sometido a simulacros de fusilamientos por 60 días; el que fue Diputado Local, que asistió al nacimiento de su instituto político de toda la vida, el PRI; el forjador igual de la Escuela Normal Superior que de los Tecnológicos de Saltillo y La Laguna; el Director de Prensa, el Senador, el Subsecretario de Educación en México, el honesto, el juarista y el genuino liberal.
Tampoco lo haré del que fue beisbolista desde la Tercera Fuerza de la liga municipal de Saltillo; del campeón Carmen de la CROM, del Seleccionado Estatal de Coahuila en el equipo mexicano del Campeonato Mundial Amateur; de las Águilas de Mexicali de la clase “C” en la liga de California; de la clase “B” en Oklahoma, Luisiana y Virginia, aquella que se enfrentó a la Liga Mexicana; y mucho menos, de a quien un brazo traicionero, lo convirtiera de gran prospecto a aficionado del deporte de sus amores.
Evitaré referirme igualmente a ese aficionado, eterno enamorado del beisbol; que jamás olvidaría el deporte; y que como evidencia, construiría el Estadio Curvelo, instalaría el primer alumbrado del Estadio Madero e influiría para traer La Liga Mexicana a Saltillo.
Por supuesto que no aludiré al periodista, a ese fiel colaborador de El Heraldo del Norte y El Diario; ni a su efímera dedicación como fruticultor.
No me pidan incluso que me refiera al funcionario público; el que entendió mejor que nadie que esas cosas que tuvo, nunca fueron suyas, sino justamente del “pueblo”, de los ciudadanos, y que, por tanto, ejerció siempre la muy delicada responsabilidad de las encomiendas con seriedad, rectitud, compromiso y responsabilidad, como Delegado del IMSS y Director de Pensiones del Estado, Oficial Mayor del Gobierno de Coahuila; obrero de la cultura en el Consejo Editorial del Estado, desde donde honró a su padre desplegando con esa gran energía puesta al servicio de los libros, donde dio vida a muchos distinguidos coahuilenses en el Diccionario Biográfico de Coahuila; y como Presidente Municipal de Saltillo.
No haré mención al político, que siempre tuvo plena conciencia de la volatilidad de la fama y de lo efímero del poder; presidente del Comité Municipal y Dirigente de la CNOP, Diputado Local y Presidente Estatal de nuestro partido el PRI.
No estoy hoy en ánimo incluso de decir nada de su faceta de historiador; Presidente del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas, miembro de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística; e integrante de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
Y aunque a mi parecer esa es una de sus facetas más luminosas y que seguro estoy le enorgullece, evadiré platicarles del permanente papel de profesor; ni de sus confesadas creencias que lo hacen por derecho, un liberal; ese que no oculta su enojo cuando menciona que … “a Don Benito Juárez lo sacan a escena cuando la lumbre les llega a los aparejos, asediados por los herederos del grupo conservador reformista”.
Y es que, aunque en el pasado dije que ÉL es un hombre imprescindible para explicar la historia contemporánea de Coahuila, hoy vengo a enmendar esa expresión para decirles que, por lo menos en el espacio que nos permitirá este encuentro, voy a olvidar que eso es totalmente cierto, pues hoy deseo restarle la importancia que seguramente merece, para centrarme en Arturo Berrueto González: EL AMIGO… mi amigo; así, como apropiándomelo.
Y es que aunque es mi convicción, como la de muchos, que en los roles de hijo, beisbolista, aficionado, periodista, fruticultor, funcionario público, político, historiador, liberal y profesor, desempeñados por él; existen sobradas evidencias de que estamos en efecto ante un hombre excepcional, que desde la colectividad nos enorgullece, nos apasiona, nos hace sentirnos más Saltillenses, más Coahuilenses, más Mexicanos; eso solo demostrará en todo caso que, en términos coloquiales, “ya no los hacen como antes”, porque a diferencia de entonces, la superespecialización ha innivado la increíble experiencia de ir descubriendo todo cuanto seguramente nos podría hacer más felices.
Insisto, hoy no quiero hablar de todas esas dimensiones, porque deseo pedirles me permitan quedarme con la faceta de amigo, mi gran amigo Arturo Berrueto González, de ese sí. Del que me escucha como si lo que le dijera fuera para él inédito. Del que nada lo distrae para atenderme sin que nada exista alrededor. Del que obtengo en correspondencia todo cuanto espero, sin que suene a consejo o reprimenda. Del que otorga importancia de Estado aún a las más evidentes banalidades, todo porque se lo digo yo… su amigo. Del que me hace sentir más importante que el mismo, así sea por el breve instante de nuestra plática.
Mi cariño, admiración y respeto ha sido y es permanente.
Muchos años de vida y salud, maestro Arturo Berrueto. Muchas gracias. (EL HERALDO)
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