UN IMPUESTO A LAS GRANDES FORTUNAS

HÉCTOR A. GIL MÜLLER

El Diputado Federal Mexicano Alfonso Ramírez aprovechó la visita del Presidente de la República de Argentina a nuestro país, para subir a la tribuna la discusión sobre la aplicación de un impuesto especial a las grandes fortunas para combatir el COVID19. Argentina, el país del río de la plata, plata en latín es argentum, ha aplicado desde diciembre el “aporte solidario y extraordinario de las grandes fortunas”, pero los resultados no han sido los esperados.

De acuerdo al Credit Suisse Research Institute, se requiere 1 millón de dólares, cifra que también propone el Diputado Ramirez, para pertenecer al top 1% de mayores riquezas del mundo. En 2019 se estimó que en América Latina hay 673 mil personas en esta condición, de ellos 173 mil personas en México, según datos de ese entonces.

En el ambiente enralecido previo a la contienda electoral el posicionamiento resulta ambicioso y seguramente muy aplaudido por quienes consideran una injusticia la división de clases. Quitando la finalidad electoral, esta propuesta va más allá de la lógica fiscal, ya que un impuesto se sujeta a las disposiciones del gasto público que conlleva una anualidad, una proporcionalidad y una generalidad. Pretender soportar la contribución en un acto de justicia social y solidaridad no es suficiente para suplir los principios que legalmente nos rigen.

El actual impuesto sobre la Renta se determina por los ingresos que se tienen, se causa sobre los ingresos de las personas físicas y morales y atiende al tamaño de sus ingresos, no exenta a las grandes fortunas de manera alguna. Y si se hace es producto de otras acciones injustas.

La lista de ejemplos que menciona el comunicado emitido por la cámara de diputados sobre la participación del diputado Ramirez refleja como cuando un texto se saca de su contexto, solo nos sirve de pretexto.

Al mismo tiempo, el gobierno federal mantiene un discurso que lo económico no es impedimento para el combate de COVID19, entonces no entiendo. Pero no me quiero mostrar afortunado por hacerlo, sería sujeto obligado.

Yo soy afortunado, heredé de mis padres la fortuna del trabajo arduo y el sentido común. Como he visto que ambos bienes son escasos y por lo mismo valiosos conviene preparar una parte de ellos para contribuir al bien público.

Hoy vivimos en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, VICA le han llamado, destaca la posibilidad y facilidad de movilidad no solo de personas sino también de capitales, y esto impulsado por más y más opciones que están facilitando el tránsito para allegarse de otros recursos.

Conforme el hombre aumenta su logística expresa un mayor potencial de cambio. La contribución plantea un desconocimiento de la migración de capitales en cualquier momento. El discurso suena a autoritarismo, pues la equidad económica se construye llevando a gente al desarrollo no quitando gente de él, el propio modelo económico, que premia la acumulación, impide estas acciones.

Sin duda, lo ideal sería ni siquiera tener impuestos, sino solo contribuciones, pero para ello falta la final y feliz vocación de compartir lo propio, que no se tiene y seguramente no se tendrá. Para muestra basta ver como el apoyo a quienes están, desde el plano de la salud combatiendo la pandemia, fue efímero y muy reducido.

 

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El Heraldo de Saltillo
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