A través de sus personajes, sus anécdotas y sus lugares
JUAN JOSÉ CASAS GARCÍA
La Sociedad Manuel Acuña
Hace alrededor de 15 años un grupo de amigos me invitaron a asistir a un evento cultural que tendría lugar en la Sociedad Manuel Acuña, no la conocía, pero pronto descubriría su hermoso patio y su bello gimnasio. Diez años más tarde, durante la carrera universitaria, mis colegas y yo asistíamos a los emblemáticos bailes organizados por la Escuela de Artes Plásticas de la ciudad en el mismo edificio. Es decir, el espacio de la Sociedad Manuel Acuña había marcado nuestra generación, estaba presente en las actividades deportivas, culturales y recreativas, y no sólo eso, ya que el mítico inmueble había estado presente en la vida de Saltillo durante casi un siglo.
Como lo hemos dicho, la Sociedad Manuel Acuña ha iluminado varias generaciones de nuestra ciudad. Fue fundada el 4 de marzo de 1906 por el periodista Francisco Fuentes Fregoso en una reunión de varios saltillenses notables (de entre ellos Leopoldo Huerta, Bernardino Gómez, Vicente Aldape, Silvestre Cobos y Emilio Sáenz) celebrada en el que antaño sería el Hotel Tomasichi en la calle Victoria, lo que sería posteriormente el Hotel Arizpe Sainz. La sociedad nació bajo el nombre de “Círculo Proteccionista y Recreativo de Empleados de Comercio Manuel Acuña”, con el tiempo su nombre cambió a “Sociedad Mutualista y Recreativa Manuel Acuña”. Desde sus inicios, el “Acuña” se caracterizaría por sus principios y valores mutualistas, tales como la solidaridad, la neutralidad institucional, y la educación y capacitación mutual, todos ellos dirigidos principalmente a la clase obrera de la ciudad.
De entre sus principios de mutualismo y servicio a la comunidad saltillense, destaca -como lo señala la directora del Centro Cultural Vito Alessio Robles, Esperanza Dávila Sota- el sostenimiento de una primaria nocturna dedicada a niños de escasos recursos que muchas de las veces tenían que trabajar por las mañanas. Este servicio era realizado con los propios recursos de la Sociedad. De la misma manera, mantuvo un teatro público entre los años 1917 y 1920, y una revista mensual de interés general que pudiese llegar al público de la ciudad. Del mismo modo, la Sociedad Manuel Acuña contaba para 1931 con una biblioteca compuesta por varios miles de volúmenes que habían llegado a su espacio por medio de los diversos integrantes que conformaban la asociación.
Ahora bien, el inmueble que alberga actualmente a la Sociedad Manuel Acuña, en la calle de Morelos en pleno corazón del centro histórico, fue inaugurado en el año de 1922, por lo que cuenta con casi un siglo de construcción y de formar parte de la vida de Saltillo. Sus instalaciones conforman, entre otras, con mesas de billar, baños de vapor, un fabuloso gimnasio y hasta con un bar pero, sin duda alguna, el magnífico patio español es quien le otorga su más bello distintivo. Es en este edificio donde a lo largo de los años se han celebrado tanto eventos deportivos como culturales, a la par de los famosos bailes que han amenizado a la sociedad de Saltillo durante casi cien años.
En sus instalaciones se desarrollaron torneos deportivos al interior de su gimnasio como las estrategias mentales que se vislumbraban en el ajedrez. De la misma manera, su cancha de basquetbol, de voleibol y de tenis vieron los enfrentamientos de las diversas instituciones educativas de la ciudad, que generaron acérrimas rivalidades. Por el lado cultural, se organizaron diversas exposiciones como las desarrolladas en el llamado Otakufest, festividades escolares o las fiestas durante el mes patrio de septiembre. Sin embargo, tal vez lo más recordado eran los grandes bailes que tomaban lugar en su ya famoso patio español
Es precisamente en el mítico patio español, adornado con sus bellos faroles, donde año con año se realizaban los diversos bailes organizados en la Sociedad. Uno de los más populares era el llamado “baile ranchero”. Los rebozos, las faldas, los sombreros y los trajes desfilaban por el patio coloreando el lugar cada 31 de diciembre, sobre todo durante la década de los 50’s. En estos espectáculos los motivos rancheros sobresalían. La decoración del lugar se realizaba con elementos campiranos, mientras que la gente se vestía con atuendos charros o campesinos. La postal visual se adueñaba del patio español mientras se bailaba con las grandes orquestas de la época.
Por esta razón, la Sociedad Manuel Acuña fue conocida como “El lugar de los grandes acontecimientos” entre los años 40 y 60, ya que en su recinto se presentaban las mejores agrupaciones musicales del momento como la orquesta de Dámaso Pérez Prado o la Sonora Santanera. No obstante, la más reconocida y admirada por la sociedad saltillense era la orquesta local que alternaba con los demás artistas y que finalmente amenizaba los eventos del “Acuña”: la orquesta de Lorenzo Hernández, una de las más prestigiosas del norte de nuestro país. Vestido con traje o de ranchero, pero siempre con sus lentes oscuros, el maestro Lorenzo Hernández amenizaba las noches saltillenses. El maestro Hernández, su orquesta y los bailes de la Sociedad Manuel Acuña marcaron, sin duda, una época en la historia de nuestra ciudad.
Menos conocido, pero igual de importante es el bar que se encontraba en su interior. Cerca de los famosos baños de vapor, en el sótano, se encuentra este espacio idílico donde confluían escritores o periodistas. Uno de los escritores más prominentes de la ciudad, Julian Herbert, aseguraba que había que ser saltillense o estar enamorado del centro histórico de la ciudad para conocer este espacio. Para Herbert, el bar es el lugar donde se celebra un nacimiento o se recuerda a alguien que partió: “este bar es la casa simbólica de Manuel Acuña. Este es el único recinto de Saltillo donde Manuel Acuña está vivo todavía”, el único lugar donde se puede brindar y conversar con su fantasma.
“Sus brazos me estrecharon y después a los pálidos reflejos del sol que en crepúsculo se hundía, sólo vi una ciudad que se perdía con mi cuna y mis padres a lo lejos”, así describía Manuel Acuña a la ciudad de Saltillo antes de partir a su viaje a la Ciudad de México. Actualmente “El lugar de los grandes acontecimientos”, el espacio que lleva su nombre, se encuentra sumergido en un crepúsculo parecido a los versos del poeta. La Sociedad Mutualista y Recreativa Manuel Acuña podría llegar a desaparecer, pues se encuentra en problemas legales debido a las malas administraciones económicas por parte de sus últimos dirigentes.
Desde 1906 la Sociedad se ha arraigado en el corazón de Saltillo. Son ya más de cien años que han acompañado la vida de la ciudad en los aspectos de lo cultural, de lo deportivo y de lo recreativo. La Sociedad Mutualista y Recreativa Manuel Acuña es, sin lugar a dudas, un espacio más de la historia de Saltillo, un sitio más donde la historia puede ser todavía palpable. El tiempo nos dirá si el mítico inmueble se mantiene o si, como el poeta mismo, se desvanece por causa de su propia mano.
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